12 de agosto, 14:08 horas, en algún lugar de Los Ángeles. El ídolo adolescente advertía en su cuenta de Twitter (@MileyCyrus) con un "tick, tock, tick, tock" "está pasando" y una foto de unas amenazantes tijeras empuñadas por  Chris McMillan (estilista de Jennifer Aniston) sobre su rubia y oxigenada melena, de que efectivamente, "está pasando": Miley Cyrus se corta la coleta. Cual torero que se retira, sus más de siete millones y medio de seguidores asistían al final de lo poco que quedaba de la Hannah Montana que los había cautivado en 2006 sin nada que pudieran hacer al respecto. La superestrella creada por la factoría Disney Channel, hacía caso omiso de los miles de tweets que suplicaban inútilmente que no lo hiciera: "si no tenéis nada bueno que decir, no digáis nada en absoluto. Mi pelo está atado a mi cabeza, de nadie más, y se va :)". Con estas palabras se dirigía la díscola de 19 años (20 el próximo noviembre) a los fans que durante los anteriores seis años se han dedicado en cuerpo y alma a ella, convirtiéndola en la celebrity más rica del mundo con una fortuna estimada en 120 millones de dólares y que, en cierta manera han contribuido a que pudiera gastarse la friolera de mil dólares por el cortecito. Miley ha cortado por lo sano, hora de la muerte 18:39. Cyrus colgaba el resultado de su nuevo yo con una sonrisa que lindaba entre la picardía y la malicia pura, añadiendo "nunca me he sentido más yo en toda mi vida", "sintiéndome muy feliz en mi piel" o "el amor propio es el más grande de los halagos", no sin antes recalcar la opinión que le merecen a ella y su padre Billy Ray Cyrus las demás opiniones: "mi padre solía decirme que las opiniones son como los agujeros del culo, todo el mundo tiene uno" y un montón de corazones aderezando las (re)afirmaciones. Eso sí que es un corte, ¿quién eres tú y qué has hecho con la chica buenrrollera de Nashville, Tenesse? No se generaba tal revuelo desde la crisis emocional que llevó a Britney Spears a raparse a lo militar delante de los paparazzis en 2007. De hecho, desde entonces todo acto que tenga que ver con una celebridad y un corte de pelo radical se compara directamente con ese "pequeño" incidente, y para Cyrus no iba a ser diferente pues la palabra "crisis" ya sobrevuela, en el sentido más literal, la cabeza de la estrella. Los comentarios aún son simple rumorología, pero cada vez cobran más peso si se unen al escandaloso cambio que ha experimentado su cuerpo en el último año gracias a una rigurosa dieta, al pilates, y a la millonada que se ha dejado en un entrenador personal que tiene a su disposición día y noche por la insultante cantidad de 20.000 euros al mes. Y como la adolescente "normal" que todavía es, lo luce orgullosa con auto-fotos incluidas delante del espejo y titulares (bastante pretextados), como: "llevando mi camiseta de la suerte" -que suponemos le lleva dando suerte desde los 10 años-, (izquierda),"me encantan estos nuevos pantalones vintage que he encontrado" (centro) o "mis pantalones "de novia"" (derecha). Exceptuando las fotos desde su owm private mansión rodeada de sus cuatro perros y las grabaciones en el estudio con Pharrell Williams, es lo que haría cualquier teen. Esta es la chica que mató a Hannah en la plaza pública que es Twitter, para convertirse en Miley, la princesa punk prometida. Una princesa que ha dado la espalda al pop y quizás a sus fans más acérrimos convirtiéndose en la antítesis de lo que la acercó al público juvenil, su público en mayor medida. Le espera el lanzamiento de su disco, producido por Pharrell, y la incorporación a "Dos hombres y medio", la serie más aclamada de Estados Unidos, no está claro si para relanzarla desde la marcha de Charlie Sheen, o para relanzarse así misma, ya que como actriz no ha conseguido suscitar demasiado entusiasmo -siendo Miley-. No sabemos si continuará con el éxito al que Montana estaba acostumbrada, lo que sí sabemos es que definitivamente y para desgracia de la adolescencia mundial, Hannah no volverá. Por Amanda Cámara

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