Entrevistamos a
Rodrigo Cortés, director de
Buried (Enterrado) que se estrena este fin de semana.
Después de cosechar un montón de premios en festivales de todo el mundo, por fin llega a nuestras pantallas
Buried, una película protagonizada por
Ryan Reynolds -un transportista secuestrado y enterrado en medio del desierto de Irak sin un motivo aparente-
que tiene lugar integramente en una caja. En las distancias (telefónicas) cortas, Rodrigo es un hombre con un discurso coherente y bien estructurado que nombra entre sus referentes a Hitchcock, Spielberg y George A. Romero y que cree que un espacio limitado no es sinónimo de una película pequeña.
¿Cómo te llegó el guión?
Este guión llevaba circulando por Hollywood un año y medio. Todo el mundo decía que era absolutamente brillante pero imposible de rodar. Cuando llegó a mis manos pensé exactamente lo contrario. Desde el primer momento creí que encerraba una gran película, porque las historias no dependen del espacio en el que se desarrollan sino de si evolucionan y crecen, del espacio fílmico. La gente se la imaginaba como una película oscura, críptica y experimental y yo siempre la vi como una película trepidante, como "Con la muerte en los talones". Lo que quería, y creo que lo he conseguido, era rodar un thriller de máxima tensión dentro de una caja.
¿Cómo fue el rodaje?
Fue un rodaje súper duro con un ritmo endiablado y frenético. Se rodó en 17 días y algún día llegamos a rodar 52 planos, te aseguro que no fue ninguna fiesta. Fue una especie de pesadilla constante que exige un nivel de ilusión por parte de todos que va mucho más allá del deber. Físicamente fue muy duro para todo el mundo pero sobre todo para Ryan Reynolds que se volvió a Los Ángeles con la espalda sangrando y con una especie de traje hecho de polvo, sangre y sudor.
De alguna forma estas condiciones beneficiarían a la película, ¿no?
Sin duda, de alguna manera son las condiciones que aceptamos todos antes de decidir embarcarnos en el proyecto. En el rodaje no se oyó ninguna queja. Y sí, a la larga las condiciones de rodaje fueron beneficiosas.
¿Desde el comienzo teníais en mente a Ryan Reynolds?
Cuando leí el guión no pensaba en nadie en concreto. Él fue una de mis opciones más inmediatas porque tiene el mejor sentido del timing del cine actual. Tiene una sensibilidad extraordinaria. Obviamente era imposible que aceptara pero todo en esta película se ha hecho contra el sentido común.
La película, sin salir de una caja, habla del mundo contemporáneo, de nuestra relación con los medios y de la burocracia.
Es curioso porque muchas gente me habla de lo de Irak -la película sucede en el contexto de la guerra de Irak- y para mí eso es secundario, podría ser, en términos hitchcockiano, el mackguffin. La película, no solamente tiene una resonancia metafórica, que no es política, ni ideaológica, sino que funciona como una reflexión sobre nuestros días del mismo modo que las películas de George A. Romero u otras películas con premisas mínimas. Eso era lo que me interesaba en esta película, hablar de cosas que no están en la superficie pero que aparecen cuando uno abandona la sala.
¿Se puede decir que has rodado una película hollywodiense a la manera española?
No sé como es rodar en Hollywood y en España, yo diferencio entre rodar bien y mal. Ha llegado un momento que estamos tan acomplejados que asociamos que cuando una película está mal rodada decimos que es española y cuando está bien que es americana.
Por José Ganga.
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