En el ajetreo non-stop del día a día, muchas veces nos resulta difícil –sino imposible– “parar”, apartar la mente un segundo de todo aquello que tenemos que hacer y mantener un estado de serenidad.

Nuestra mente funciona como el ordenador más avanzado: puede procesar una gran cantidad de información, pero también genera demasiado ruido y es caprichosa como un niño, que siempre demanda más y más atención. Este ruido nos impide tomar consciencia de nosotros mismos y de nuestro lugar en el universo, así como responsabilidad por nuestros actos. Nos acabamos acostumbrando a vivir estresados con mil cosas en la agenda y poco tiempo para mirar hacia adentro.

¿Cómo conseguir calmar el ruido? Aquí es donde entra el poder de la meditación, una excelente herramienta para recuperar la capacidad de estar atentos a lo verdaderamente importante. Es lo que en budismo se le conoce como “atención consciente”.

Si no sabes por dónde empezar, tranquila, te damos algunos tips para aprender a meditar:

 

1. Encuentra tu momento

Escoge el momento que mejor te vaya. No hace falta que sea una hora concreta, pero es recomendable practicar siempre en la misma franja horaria. Para que te resulte más fácil introducirlo en tu rutina, puedes asociarlo a una acción cotidiana, como meditar después de lavarte los dientes por la noche o antes de desayunar.

Para encontrar tu momento tendrás que experimentar un poco, aunque lo más habitual es hacerlo a primera hora o antes de ir a dormir ya que es cuando suele haber menos ruido.

2. Encuentra el lugar apropiado

Cuando des con tu hora ideal, escoge el lugar apropiado. Nuestra recomendación es que sea un sitio en el que te sientas seguro, cómodo y en el que nadie te vaya a molestar

Aunque no necesitas nada más que tu propia mente, puede que te ayude ambientar el espacio con velas o incienso para crear una atmósfera agradable, o incluso poner música para entrar en el mood. ¡Hoy en día existen infinitas playlists perfectas para meditar!

Cuando tengas tu rincón, hazlo tuyo. Puedes decorarlo con flores frescas u objetos que te sugieran calma y bienestar. Será el refugio de tu mente.

3.  Observa tu postura

Normalmente cuando nos imaginamos a alguien meditando, lo visualizamos con la postura de flor de loto, sentado con las piernas cruzadas, pero no necesariamente tienes que hacerlo así. Puedes sentarte en el suelo, sobre una alfombra o en cualquier silla cómoda. Lo más importante es mantener la espalda recta y que estés consciente de ello durante la sesión para que la corrijas si se encorva.

Es clave estar cómodo en todo momento, así que evita llevar ropa ajustada y, si puedes, quítate los zapatos. Los ojos cerrados, las manos sobre las piernas y la cabeza ligeramente inclinada hacia delante. Relaja la mandíbula y evita estar con el cuerpo demasiado rígido.

4. Empieza con 10 minutos al día

Es fácil decirlo, pero comprobarás que no es tan fácil cumplirlo... Te puede ayudar ponerte un temporizador, un podcast o usar una app de meditación como Headspace o Petit Bambou.

Intenta dedicar 10 minutos cada día durante la primera semana y poco a poco ves incrementando el tiempo hasta llegar a 20 o 30 minutos de práctica diaria

5. Elimina ruidos durante la sesión

Pon el móvil en silencio o incluso en modo avión y aléjalo de ti para evitar la tentación de echarle un ojo.

Ya sea el canto de unos pájaros o un coche que pasa, es muy probable que escuches ruidos externos. Descártalos y regresa a lo tuyo sin abrir los ojos ni moverte de tu posición. 

6. Céntrate en tu respiración y en tu cuerpo

Una de las técnicas más básicas para meditar es tratar de dirigir toda tu atención hacia tu respiración. Concéntrate en cómo entra y sale el aire por tus fosas nasales, en cómo se infla y desinfla tu pecho y en la duración de cada respiración. Busca calmarla, inhalando y exhalando suavemente.

No te obsesiones con dejar la mente en blanco. La meditación no consiste en no pensar en nada en absoluto, sino en observar los pensamientos y emociones que se cruzan por tu cabeza sin involucrarte en ellos. Sé consciente de ellos y déjalos ir. También te ayudará prestar atención a cada parte de tu cuerpo, qué sientes en cada extremidad, si sientes frío o calor…

Lo importante es ser constante, encontrar tu método y no desistir. También puedes buscar un grupo de meditación en tu ciudad o asistir a una clase privada con un guía o maestro... ¡Namaste!

 

Carla Tomillo: @carlatomillo

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