Cuando Fran y yo nos conocimos, su plan era irse a ver mundo durante un año con un amigo. Por suerte o desgracia, yo aparecí en juego. Ambos éramos unos locos de viajar y él decidió esperar para poder emprender esta aventura juntos.

Era febrero, acabábamos de llegar de un ‘roadtrip’ por Marruecos y nuestra mente ya estaba puesta en el siguiente destino. Teníamos amigos viviendo en Bali y lo que empezó por pasar un verano en la isla, acabó siendo un proyecto de viaje de un año por el sudeste asiático. Por fin, íbamos a cumplir nuestro sueño.

Seis meses después, varios trabajos a la vez, muchas horas extras y recortes en caprichos, estábamos con las maletas listas dejando 5 años de vida en Londres y muchos amigos detrás.

Pererenan Beach, Bali

 

Aterrizamos en Bali y, como ambos habíamos estado anteriormente, aprovechamos para investigar los rincones más recónditos de la isla. Hicimos nuevos amigos, empezamos a hacer acroyoga, nos adentramos en el mudo del surf y nos sacamos la titulación de Buceo. Descubrimos también los que son ahora nuestros restaurantes favoritos (a día de hoy no nos imaginamos Bali sin un buen desayuno en Crate o Honey, nuestra sopa favorita del mundo Kare Mie Soup en Lena’s, un delicioso tailandés en Thai Kitchen o el tan amado Nasi Campur que ha salvado los bolsillos de muchos mochileros en cualquier Warung local).

Es octubre y después de habernos aclimatado, decidimos que nuestro próximo destino iba a ser Lombok. Esa isla que nos recuerda a Bali hace muchos años, menos turística, con menos oferta de restaurantes pero con unas playas turquesas y largas que quitan el aliento.

Curso de buceo, Bali

 

Teníamos una semana para explorar la isla y después de visitar todas las playas del sur -las más espectaculares-, decidimos ir a la aventura. El tercer día nos recogieron en el hotel y pasamos un día en barco disfrutando de las desconocidas e increíbles Gili Secretas. Sin duda uno de los highlights de Lombok, sobre todo para los que no nos gustan las masas.

Al siguiente día, con muchas ganas y desconociendo lo que nos esperaba, hicimos trekking en el segundo volcán más alto de Indonesia, el Rinjani. Siete horas de subida entre árboles y rocas para llegar a la cima y encontrarnos con las vistas espectaculares del volcán rodeado del lago Segara Anak. Hicimos noche allí, destrozados, lloviendo, en una tienda de campaña minúscula y una esterilla separando nuestros cuerpos del suelo. Puede que fuera una de las peores noches de mi vida, pero levantarse a las 6:30 am y ver el amanecer en ese paraje, son de esas cosas que se te quedan grabadas para siempre y que borran todo el sufrimiento. Entonces viene cuando dices: "ha merecido la pena".

Arriba, trekking al amanecer por los campos de arroz de Ruteng, Flores

 

De Lombok nos fuimos rumbo a Flores para un roadtrip en moto de una semana.

Seguimos nuestro ruta pasando por Ruteng y sus infinitos campos de arroz, Bajawa y las mejores aguas termales naturales en las que hemos estado… y acabamos la ruta en Riung, con una excursión en barco por sus 21 islas y sus playas insólitas y solitarias, donde parece que el ser humano no ha puesto jamás un pie.

Los alojamientos en Flores son algo más caros de lo normal, muchos carecen de agua caliente y son bastante simples. Sin embargo, el trato de esas personas, tan poco acostumbradas a ver turistas, te hacen sentir como en el mejor hotel 5 estrellas.

Por otro lado, la ruta no tiene las mejores carreteras, con tramos bastante dificultosos, (¡bendito Fran y sus dotes de motorista!), pero cada km, cada paisaje y cada sonrisa y choque de manos con los locales, hacen de Flores un lugar especial y auténtico al que siempre volverías.

Y dejamos Indonesia y nos vamos a… ¡Tailandia!

Recorriendo los templos de Ayutthaya en bici, Tailandia

 

Aterrizamos en la ajetreada capital de Bangkok después de cuatro meses de vida isleña. Un choque y contraste maravilloso. Buscamos dónde nos quedaremos en ese mismo momento y, una vez en el hostal, vamos directos a comernos una Tom Yum a un puesto callejero, con algún roedor correteando alrededor, pero servida por esa señora de 70 años y a 1€. Nos sabe a gloria.

Los siguientes días recorremos la ciudad a pie, cada una de sus calles laberínticas y todos sus mercadillos Sampeng, Pak Khlong Talat... ¿Nuestro preferido? Chatuchak y sus mil pasillos de ropa vintage.

La noche de Bangkok tampoco deja indiferente a nadie. Pasear por Yaowarat road, recorrer China Town y callejear viendo el ambiente de la capital con un Pad Thai en la mano, es algo que tenéis que hacer.

Preparamos una excursión de un día con taxista propio, un conductor muy agradable que conocimos la noche anterior. Vistamos el Damnoen Saduak Floating Market, el Maeklong train Market y nos dirigimos a Ayutthaya para recorrer con bici todos sus templos.

Con una buena dosis de ciudad, volvemos a nuestra vida isleña y para ello, seguimos ruta hacía Ko Tao. Sin duda, el lugar de Tailandia que más nos robó el corazón. Probablemente porque fue donde por primera vez tuvimos cara a cara a un tiburón ballena… Es una isla pequeña, se recorre con moto en media hora de punta a punta y tiene unos atardeceres asombrosos, (a estas alturas ya sabréis que somos unos amantes de las puestas de sol, y la mejor de Ko Tao está en Sairee Beach).

Lantern Festival New Year's Eve, Chiang Mai, Tailandia

 

Se acerca fin de año y queremos pasarlo en Chiang Mai y poder celebrarlo con su tan conocido Lantern Festival, donde miles de tailandeses y turistas se juntan para hacer volar sus farolillos luminosos llenando el cielo de luces. Lo hacemos.

Entrado el nuevo año, nos movemos a Pai, un pueblo mucho más pequeño y acogedor pero que no deja indiferente a nadie. El paseo por Bamboo Bridge y el atardecer en Pai Canyon son nuestros imprescindibles. Y llegamos al que sin duda fue el país que más nos sorprendió: Myanmar. Ciudades llenas de historia, sus gentes rebosando amabilidad y sonrisas, con esos peculiares dientes rojos de masticar tabaco y los largos viajes en autobús de un lugar a otro, lo resumen a la perfección.

Mawlamyine y sus edificios de colores que recuerdan a la India, Myanmar

 

Entramos por el sur del país, la zona menos turística, donde apenas ves personas de occidente. Comenzaba nuestro primer y largo trayecto en bus desde Myek hasta Dewi. De allí hasta llegar a la desconocida Paradise beach, una playa paradisíaca e inmensa donde solo hay unos bungalós para pasar la noche. Y de allí hasta Mawlamyine, unas de nuestras ciudades favoritas en la costa.

Hpa-An normalmente queda fuera de las rutas turísticas del país, pero para nosotros es otro must. Miles de pagodas, cuevas, miradores increíbles y algún que otro trekking con vistas panorámicas, destacan entre sus excursiones imprescindibles.

Hpa-An, Myanmar

 

Llegamos a Yangon, la capital de país, con mas de 7 millones de habitantes. Nos recuerda a Bangkok por sus mercados y ‘street food’ y ese ritmo de vida que parece no terminar nunca. Su arquitectura combina edificios coloniales británicos con rascacielos modernos y edificios antiguos sucios y destartalados. Una ciudad increíble donde hay miles de cosas que hacer y visitar: desde un parque de atracciones abandonado, hasta la pagoda más cara del país cubierta de oro.

Autobús de 10 horas para llegar al interior, estamos en Kalaw, un pueblo situado en un valle donde empezamos el trekking de 3 días y 2 noches con destino Inle Lake. Recomendación total. La primera noche dormimos en casa de unos locales y la segunda en un monasterio con monjes budistas donde nos cocinaron, sin lugar a dudas, las mejor comida del país.

A última hora y por una apuesta con amigos que hicimos durante el trekking, nos compramos unos billetes para Nagapali. Unos días más tranquilos, a la orilla de la playa, comiendo pescadito fresco y disfrutando de su maravillosa gente.

Amanecer en Bagan, Myanmar

 

De Nagapali nos vamos a Bagan, antigua capital de Birmania y la ciudad de las mil pagodas. No somos muy de madrugar, pero despertarse a ver el amanecer en uno de los templos, mientras el cielo se llena de globos aerostáticos, es algo que hay que hacer. ¡Y volamos a Filipinas!, nuestro destino más soñado y que sobrepasó cualquier expectativa.

Twin Lagoon, Coron

 

Empezamos a descubrir el país por la zona de Palawan, con primera parada en Port Barton. El boat trip en barco para hacer snorkel es innegociable, gracias a él vimos los mejores corales que hemos presenciado jamás. Continuamos hacía el Nido y de allí, nos vamos a Coron, (sus buceos en los barcos de la segunda guerra mundial son asombrosos).

Muchas horas de barco y furgoneta después, nos vamos a descubrir las desconocidas islas de Romblón, Sibuyan y Cresta de Gallo. Sin lugar a duda, nuestro highlight de Filipinas. Autenticidad y naturaleza en estado puro.

Las aguas del lago tienen mezcla de agua dulce y salada y hay aguas termales, con lo que la temperatura varía entre los 28º y 38º. Barracuda lake, Coron

 

Seguimos nuestra ruta pasando por Malapascua, con su tiburón zorro de nombre aterrador pero de ojitos dulces, Siquijor, con sus cascadas, saltos y columpios y Camiguin, con su santuario de almejas gigantes. Para finalizar nuestro camino, Siargao, la isla surfera en la que pasas dos días y te quedarías a vivir. ¡Nosotros lo hicimos durante 18 días!

Puente Long Biên en Hanoi, Vietnam

 

Volamos a Vietnam y, junto a nosotros, la Covid-19 empieza a sacudir el país, así que solo estaremos una semana en la que aprovechamos para probar toda la ‘street food’ posible y todos los platos típicos vietnamitas: la sopa Pho, los buns, el café con huevo, los rollitos…

Teníamos planes para hacer rutas por el norte y el sur en moto pero, a medida que pasaban los días, fueron cerrando el país y todas sus atracciones turísticas. No nos quedó otra opción que suspender el viaje y volvernos a nuestro querido Bali a terminar nuestro año de aventura.

En Bali aprovechamos para investigar el norte de la isla y aldeas poco visitadas y nos sorprendió muy gratamente. Amed, Permuteran, Munduk y Lovina y ese amanecer rodeados de manadas de delfines es algo que, sin duda, repetiremos.

Kanto Lampo Waterfall, Bali

 

Es muy difícil resumir este año por el sureste asiático y mucho más difícil responder a la tan repetida pregunta de: ¿cuál ha sido vuestro favorito? Aunque cada lugar tiene su esencia, siempre nos quedaremos con Indonesia como el lugar que nos acogió con los brazos abiertos y nos adentró en el mundo del surf, el buceo y las costumbres asiáticas. Thailandia y su gente no tan amable pero con su comida deliciosa. Vietnam y su forma tan brusca de negociar y conducir sin perder nunca la autenticidad. Myanmnar y su gente sufridora durante años que reciben a los turista como su salvación y Filipinas y sus aguas infinitas y turquesas.

Esta aventura marcó nuestras vidas para siempre, le dio un giro a los que creíamos eran nuestros planes de futuro y aprendimos sobre valores y otras culturas. Ahora sabemos que nuestro hogar algún día será allí, que teniendo poco pero valorando más las cosas, las personas pueden ser muy felices, que nos hemos creado necesidades absurdas que nunca fueron necesidades y que una sonrisa honesta, siempre será un idioma universal.

 

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Texto e imágenes: Estafanía Pedrero @estefipedrero y Francesco Garcia @francescogarcia87