Hemos pensado en Dubái como primer paso, pues la Expo 2020 está teniendo lugar allí y como nos apasiona la arquitectura, el diseño y la innovación, queremos husmear para ver qué ingredientes nuevos nos depara el futuro más inmediato en formato digital, constructivo y de ideas.
El aterrizaje en la ciudad de la primavera permanente se nos antoja más que agradable. Un botones con librea y gorro de plato junto al conductor nos esperan y nos llevan hasta el glamouroso Maserati, uno de las grandes marcas con las que el hotel hace los transfers. Enseguida percibimos ese olor a una época del año muy distinta a la que que hemos dejado atrás hace siete horas...
El hotel elegido es uno de los templos de la elegancia: el hotel Bvlgari. Antonio Citterio, el gran arquitecto y diseñador italiano responsable también del Bvlgari Milano, firma este complejo hotelero líder en el lujo más refinado construyendo una isla con forma de medio círculo enteramente para su resort. Unida por una pasarela a tierra firme, conquista el downtown de esta ciudad desde la terraza de sus espectaculares habitaciones, que se asoman curiosas a ese skyline que ya compite con el de Manhattan, Shanghai o el mismísimo Hong Kong. Un referente que desde la tranquilidad de sus espacios, se disfruta con alegría y sosiego a partes iguales, sabiendo que si quieres movimiento lo tienes a cinco minutos.
El recibimiento tiene lugar al aire libre, para hacernos sentir como en casa y posteriormente darnos la bienvenida en el interior. Resulta muy reconfortante llegar de viaje y sentir la calidez de la acogida, tan respetuosa como cercana. La subida a las habitaciones es una muestra constante del buen hacer de Citterio ya que todo el mobiliario está firmado por él. En algunos casos son diseños exclusivos para la propiedad y en otros, colaboraciones con editoras.
La madera se adueña de los sentidos, no solo por su cálida tonalidad, sino por su aroma, que ayudado por inciensos te sumerge en otra realidad de bienestar. Una lamparita con traceria de reminiscencias árabes cuya luz aterriza en un cactus, sirve de estandarte para indicar al huésped cuál será su remanso de paz particular. Ingeniosa eficacia, sutil y elegante.
Atravesamos el umbral que nos separa del descanso en mayúsculas para encontrarnos con un espacio equilibrado en dimensiones, formas y colores, trufado de piezas icónicas del diseño italiano y todo ello envuelto por una luz tenue que tiñe la habitación de una tonalidad melosa que invita al sosiego. La terraza nos sirve de parapeto para contener este escenario que se desparrama hasta el skyline. Una celosía blanca hace de contenedor en los paramentos verticales y horizontales para enmarcar la visión y ayudar a la privacidad, un valor muy cotizado y que se encargan de defender a toda costa.
El desayuno, que se puede tomar las 24 horas del día, no tiene rival y hace que nos sintamos como si un mayordomo estuviera a nuestro servicio todo el tiempo. Otra de las ventajas de este resort sin par es la playa privada, que nos da la sensación de estar en una isla remota pero con todas las atenciones posibles pendientes de ti.
Al atardecer, la luz que deja el sol que se esconde baña el cielo de naranja sostenido y después de semejante espectáculo decidimos, disfrutar del spa antes de la cena. Lo que nos encontramos es un verdadero remanso de calma, construido con maestría a base de mármoles, cristal y madera. El facial con productos de Amala y el conocimiento experto, hacen de la experiencia un momento único.
No queremos salir, pero la hora de la cena nos empuja a su restaurante Niko Romito, uno de sus buques insignia (nunca mejor dicho ya que el espacio está ubicado de cara a la marina donde las luces de los yates hacen de la visión un espectáculo de luz y movimiento, aportando un placer cinético a la experiencia culinaria). Su menú degustación es una sucesión de momentos maravillosos que nos permiten disfrutar de productos traídos directamente desde Italia en el corazón de los Emiratos. Sin duda, un puerto gastronómico al que recalar una y otra vez.
¿Qué ver?
Sin duda, la Expo 2020 ocupa un tiempo fundamental en todo aquel que visite Dubai estos días. Nosotros la hemos recorrido de arriba abajo y os la recomendamos encarecidamente.
Por otro lado, no podemos llegar hasta aquí y no acercarnos a Abu Dhabi. No para saludar al rey emérito caído en desgracia, sino para admirar algunos de los edificios más emblemáticos que hay en este lado del mundo. A poco más de una hora estamos en la región que genera buena parte del petróleo que consume el resto del orbe. La riqueza que esto les genera a borbotones les permite toda serie de caprichos entre los que incluyen la construcción de nuevos museos desde donde mostrar al mundo su poderío innegable. Recalamos en el Museo del Louvre, en la sede que Jean Nouvel hizo realidad hace hace ya tres años.
El edificio desde fuera sorprende por su enorme cúpula de filigrana entrelazada sustentada sobre cuatro únicos pilares. Uno de sus lados lo conforman una serie de cubos blancos que se hunden en el agua emergiendo con alegría y desparpajo. Ya en el interior, los espacios generosos dejan al desnudo una volumetría de carácter museístico capaz de llevar el ojo hacia lo que quiere resaltar, las obras que exhiben con orgullo en un recorrido por la historia del arte de la humanidad. La forma de presentarlas es de una originalidad y una belleza que casi compite con las maravillas que exhibe. El patio que habita bajo esta cúpula de proporciones hasta hoy desconocidas te da una escala inconmensurable de la obra maestra del arquitecto francés. No os perdáis esta vivencia porque no tiene parangón.
De aquí nos movemos a Qasr al Watan, palacio entre palacios donde la geometría rescatada de su conocimiento ancestral y cimentada en tres colores simbólicos apabulla al visitante desde el principio. Borrachera barroca para quien quiera darse un festín visual de formas y reflejos.
La última visita la reservamos para vivir la mezquita de Sheik Zayed al atardecer. Finalizada en 2007, su explanada nos sobrecoge tanto como la taracea de mármoles de colores traídos de China, Grecia Italia e India. Incrustados con maestría artesana en el níveo mármol de Macedonia relumbran a la luz de toneladas de lámparas diseñadas por Svarowsky que caen con aplomo de vértigo. Fuera sus cuatro minaretes protegen con orgullo este tesoro nacional.
No nos queremos perder una de las últimas representaciones que tenemos de la gran arquitecta Zaha Hadid, y casualmente lo hizo para una cadena patria, Meliá. El ejercicio desarrollado por uno de los estudios de arquitectura más conocidos en el mundo entero se presenta caprichoso, como no podía ser de otra manera tratándose de la Hadid, con líneas sinuosas que convierten desde fuera el contorsionismo en su leit motiv, jugando con la materia y el vacío, en forma de ojo gigante, que atraviesa toda la parte central del edificio. El Ying y el Yang hecho átomos en un estudiado feng shui. La invitación a entrar no se hace esperar después de la impresión que produce esta fachada desdibujada y artística que asegura el efecto wow para todo aquel que pase cerca. Es un imán para la retina que te mantiene estudiando su contorno como el que busca la solución a un acertijo, pero si esto es desde fuera, no podemos esperar para verlo desde dentro, así que cruzamos unas puertas que se nos antojan como una abertura en el espacio/tiempo de esta cortina de cristal reticulado que envuelve todo lo etéreo convirtiéndolo en edificio, en hotel.
¿Qué comer?
Esta ciudad tiene una oferta gastronómica tan rica como variada. Es un paraíso para todo aquel que quiera disfrutar de la mejor cocina de cualquier rincón del mundo, así que hay que ser muy selectivo de acuerdo a nuestros intereses y nuestro bolsillo, porque aquí cabe de todo: desde los restaurantes más premiados con estrellas Michelin hasta restaurantes de calle que ofrecen una comida deliciosa también. Os dejamos una pequeña lista de nuestra selección, porque repetimos, la oferta es casi infinita:
Mina Restaurant. Ubicado en el Four Seasons DIFC al que nos encaramamos con unas escaleras eléctricas que desembocan en esta Brasserie reconfortante para la retina desde el primer momento. Luces cálidas y ambiente tranquilo aventuran una velada sosegada con una atmósfera elegante y muy francesa. La sucesión de tártares con caviar y a la trufa nos hablan del buen hacer de su chef, así como la carne a la brasa, que nos llega en el punto exacto que habíamos pedido. Las maderas que visten las paredes y las arañas que caen en cascada, aportan a la cena el escenario de glamour que se espera de esta cadena.
Mercury Lounge. Otra vez asistimos al Four Seasons pero ahora, al resort. Es otra opción, otro ambiente. El refulgente hotel nos invita a subir a su azotea desde donde el skyline de Dubai se presenta majestuoso en la fastuosidad de sus luces. La primera impresión nos quita el hipo porque la perspectiva es de las mejores que se pueden conseguir en la ciudad. Aquí se sirve italiano y eso se aprecia en cada plato. Por cierto, los vinos que riegan los platos responden a la experta selección que desde el hotel hace su somellier estrella. Y ahora sí, el musicón se convierte en la banda sonora de nuestra noche con las luces de un Dubai en auge, imparable.
¿Qué beber?
Aunque Emiratos Árabes tenía prohibidísimo el consumo de alcohol, ahora no faltan locales de moda donde tomar una copa hasta altas horas de la noche. La fauna internacional sedienta de risas y conocimientos se acerca a estos garitos en masa y la diversión está asegurada desde el primer momento, porque no distingues si la fiesta tiene lugar en París, Londres o Nueva York.
Nosotros pudimos disfrutar del reconocido Sushi Samba, un espacio a medio camino entre restaurante y club, que con su música elevada invita al baile continuo entre nigiri y nigiri. Así es de cosmopolita este país de arenas y agua salada. Te quedarás con la boca abierta.
¿Qué comprar?
Sin duda, ya que has llegado hasta aquí tendrás que llevarte algo de este reino de las compras, orgulloso de tener el centro comercial con más kilómetros del mundo. 5 en concreto, repleto de las firmas más deseadas del firmamento. sin embargo, también puedes rebuscar entre sus tiendas de calle y encontrar verdaderas curiosidades exóticas y apreciadas por los europeos. Desde frutos secos hasta especias con la mejor calidad del mundo...
Seguro que de vuelta a casa sus sabores os evocarán ese viaje que hicisteis a una de las ciudades con mayor crecimiento del mundo.
Carlos Sánchez
Imágenes: Cortesía de Bvlgari Hotel & Resorts, Dubai