Cualquier persona intenta evitar ser pesimista porque es lo que nos han enseñado. Lo más habitual es escuchar que es muy importante buscar el lado bueno de las cosas, que las cosas nos llegarán más fácilmente si tenemos una mente positiva, o que tenemos que vivir bajo la premisa de que nada es imposible. Incluso hay infinidad de libros en el mercado sobre pensamiento positivo, sobre cómo desarrollarlo o de ejercicios prácticos. De hecho, hay estudios que dictaminan que llevar una actitud positiva ayuda a mejorar tu salud y tu bienestar...

Pero, ¿y qué pasa con todas las personas que, aunque quieran, no pueden ser optimistas? ¿Que por mucho que se esfuercen siempre les queda ese lado pesimista que nunca les va a abandonar? Esto es así, hay personas que ven el vaso medio vacío en lugar de medio lleno. Sin embargo, ser pesimista no solo consiste en tener pensamientos negativos, sino en lo que esperas del futuro. Los pesimistas creen que hay más probabilidades que ocurran cosas negativas que positivas, mientras que los optimistas son justo lo contrario. Pero hay un tipo de pesimista, el pesimista defensivo, que utiliza estos pensamientos negativos para esforzarse más y conseguir sus objetivos. Este esfuerzo "extra" les lleva al éxito y, además, les premia con recompensas inesperadas. 

¿Qué es exactamente un pesimista defensivo? 

El pesimismo defensivo es, básicamente, ponerse en lo peor de las situaciones y pensar que algo malo ocurrirá, lo que te impedirá conseguir el éxito. Pero si manejamos bien dichas emociones y pensamientos catastróficos, puede convertirse en una ventaja para nosotros. Cuando crees que algo malo va a pasar, por muy improbable que sea, tu instinto de supervivencia sale a luz. Un ejemplo de ello: en las zonas con actividad volcánica se construyen edificios capaces de resistir grandes temblores. Son medidas inteligentes que se toman poniéndose en lo peor.

Se conoce como una estrategia cognitiva identificada por Nancy Cantor a mediados de los 80 y señala que los individuos utilizan este tipo de pesimismo para prepararse para situaciones o eventos que puedan provocarles ansiedad. Siempre van con expectativas bajas, sin tener en cuenta que hayan alcanzado el éxito en ocasiones pasadas. Esta estrategia puede suponer una ventaja porque las personas ya se han preparado previamente para el fracaso y si, finalmente, el fracaso llega, el golpe duele menos. Además, los pesimistas defensivos suelen tener un plan de acción anticipado, ya que tienen en mente todo lo que puede ir mal y, por ello, practican y se preparan para evitarlo en mayor o menor medida.

Lo que les diferencia del resto de pesimistas es que los segundos simplemente abandonan por miedo a que el fracaso se haga realidad. Sin embargo, los primeros utilizan este miedo al fracaso como motivación para ir preparados de antemano ante lo peor que pueda ocurrir. Afrontar y prevenir enfermedades, obtener respuestas sociales, prepararse para determinadas pruebas, para una situación de crisis como la de ahora... 

Y tú, ¿cómo ves el vaso?

 

Marina Niemietz: @marinantz

Imágenes: Unsplash