Ante las películas musicales se contemplan dos posturas: o las amas, o las odias. Los que son fan, lo son y mucho, pero para los que nos soportan más de tres canciones seguidas en la misma trama, esto es un auténtico suplicio. Sea como sea, el musical es un género consagrado en la cinematografía y hasta el menos amante es capaz de nombrar (incluso cantar) los grandes clásicos.
Cuando hablamos de cine patrio, sin embargo, el musical parece estar relegado a un segundo plano: son contados los títulos de renombre de este género en la filmografía española. La trilogía de música, baile y actuación raramente aparece en la gran pantalla con firma española. ¿Es, acaso, el musical el género olvidado del cine español?
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El musical llegó a nuestro país de la mano del cine sonoro. Los años 30 fueron el punto de partida de un género que, junto al terror que aún hoy sigue destacando entre la filmografía española, se alzó como uno de los más populares entre los espectadores. Si bien las películas de terror siguen siendo habituales en las carteleras, el hito del cine musical fue poco a poco desinflándose, llegando a la actualidad con títulos contados.
Estas películas fueron creciendo de la mano de los gustos musicales del momento. Por ello, el debut del cine musical es el cine de folclóricas, donde las grandes artistas de la II República, primero, y luego de la posguerra, llevaban a gala la cultura española a modo de propaganda política según los ideales de cada momento. Artistas de la talla de Estrellita Castro, Imperio Argentina o Concha Piquer fueron las iniciadoras de una tradición que durante los años 50 retomarían otros grandes nombres como Lola Flores o Juanita Reina. De trama similar, en todas ellas el amor entre clases sociales dispares jugaba un papel protagonista y las coplas, cuplés y canciones populares, pasaban gracias a ello de la calle al cine.
Sin embargo, a partir de los años 60 y 70 este cine vio como su estrella se apagaba, no sin antes dejar que folclóricas contemporáneas como Rocío Jurado o Isabel Pantoja dejasen su huella en este sector con películas como ‘La Lola se va a los puertos’ o ‘Yo soy esa’, marcadas por un toque más pop que las anteriores.
A partir de este momento, el cine de folclóricas desaparece hasta 1989, cuando Jaime Chávarri estrena ‘Las cosas del querer’, una película protagonizada por Ángela Molina y Manuel Bandera que recuerda a este cine de tanto éxito en décadas anteriores.
Aunque su éxito fue pasajero, su impacto fue crucial a la hora de sembrar la semilla del musical en España. Por ello, inspirada en la aventura del mítico director de estas películas Florián Rey y de la artista Estrellita Castro, en 1998 aparece ‘La niña de tus ojos’, dirigida por Fernando Trueba a modo de homenaje a este pedazo de la historia del cine.
Años más tarde, y con un poco menos de éxito, aparece la secuela ‘La reina de España’, continuando con su particular recuerdo a las grandes folclóricas que abrieron la puerta de esta más o menos valorada tradición.
Al mismo tiempo que estas películas alcanzaban la fama se producía el fenómeno de los niños prodigio, que también fue aprovechado por el cine. Joselito, Marisol o Rocío Dúrcal, son algunos de los nombres con los que automáticamente se relaciona este género: niños con talento innato para el canto y la actuación que se convierten casi en una marca, dejando escenas y canciones para la posteridad. Aunque en menor medida, este fenómeno se extiende hasta tiempos más recientes con películas como ‘La guerra de los niños’, protagonizada por Parchís, o ‘Ángeles S.A.’, donde debuta en el cine la ganadora de Eurovisión Junior 2004 María Isabel.
Si hubo un director que lo apostó todo por el musical, ese fue Carlos Saura. Su nombre resuena en el mundo del cine quinqui marcado por la acción, pero también por un excelente gusto musical que plasmaría más a fondo en películas ubicadas en este género. En compañía del bailarín Antonio Gades, Saura puso de moda el musical flamenco con obras como ‘Carmen’, ‘Bodas de Sangre’ o ‘Amor brujo’, rindiendo homenaje a la tradición en las múltiples expresiones del flamenco desde la estética propia de la época. Pero no se quedó aquí, pues su afán por reivindicar la cultura desde lo musical se expandió también al tango y al fado, rindiendo su particular homenaje a Argentina y Portugal, países de donde son originarios.
A finales del siglo XX y en el XXI los musicales han ido salpicando puntualmente las carteleras, pero sin destacar especialmente. ‘El otro lado de la cama’, de Emilio Martínez-Lázaro, ’20 centímetros’, de Ramón Salazar, ‘Cerca de tu casa’, de Eduard Cortés, ‘La llamada’, de Javier Calvo y Javier Ambrossi, o la más reciente, ‘Explota, explota’, el musical basado en las canciones de Raffaella Carrà de Nacho Álvarez, son algunos de los más destacados.
La ausencia de producción de este tipo de películas es evidente en nuestro cine. Resulta, cuanto menos, curioso que una industria que nació y creció de la mano del musical, haya relegado este género a un segundo plano.
Mientras que el cine de Hollywood habitúa más la combinación de música e interpretación, en España es algo que llegó para saludar esporádicamente. Ahora bien, a los amantes del musical, también, en español, solo nos queda esperar a que alguna idea brillante se cruce por la cabeza de profesionales dispuestos a hacernos cantar, bailar, sentir y disfrutar como solo este género es capaz de hacerlo.
Elena Romero: @elenar_vargas
Imágenes: YouTube e Instagram