Seguro que ya has oído hablar de Carla Simón y su melancólica crónica que viene arrasando tras su premiado debut. Y es que Alcarràs es, literalmente, un oro según el Festival de Berlín, en el que hace unos meses la directora fue galardonada con el Oso de Oro, premio que no recibía ningún español (a excepción de Mario Camus, el primero y único) desde 1983.
Todos los que la han visto coinciden: su universo te sumerge en la familia, las raíces y la tan propia nostalgia de aquello con lo que te has criado.
Así, Alcarràs da vida a la historia de los Solé, que entran en crisis tras morir el propietario de las tierras de melocotones en las que trabajan. La finca en la que han visto su pasado -y también su futuro- corre peligro de ser vendida por su heredero, derruyendo a su paso todo lo que son.
Detrás de la pantalla siempre se esconden detalles que a primera mano no vemos. Y, aunque la película haya funcionado muy bien en taquilla (pues se han recaudado un total de 2.195.109 euros y 367.827 espectadores, ocupando una tercera posición en el ranking de las cintas españolas más vistas este año), siempre puede haber alguien que no coincida en que Alcarràs sea la película elegida para representar España en los Oscar...
Por ello, desde Vanidad venimos a darte algunas pinceladas de por qué Alcarràs es mucho más de lo que parece:
Por tener un reparto “al natural”
Aunque esto lo podamos ver a menudo en festivales de cine independiente, contar con un reparto de actores no profesionales sigue siendo algo rompedor en la gran pantalla. Simón buscaba en los castings una familia que retratase la esencia de lo que rodea la vida del agricultor en Cataluña, de todo aquello que ella vivía en sus veranos.
Sin embargo, no encontraron una familia real que encajara del todo, por lo que finalmente fueron varios adultos, niños y adolescentes del propio pueblo los que se atrevieron a dar el paso. “Me di cuenta de que este sistema tenía una enorme repercusión en el resultado final. Después de este tiempo juntos, al empezar el rodaje se miraban, se hablaban y se comportaban como si fuesen hermanos”, explica la directora.
Por ser un homenaje a su infancia
La propia Carla Simón conoce bien el argumento porque parte de su familia se dedica al cultivo de melocotones en esa zona de Lleida. Aunque sus padres murieron cuando ella apenas era una niña, podría decirse que su dirección no es más que un traspaso a la pantalla de sus vivencias personales, una forma de dejar reflejado su legado.
Por despertar una realidad
Integrado en la comarca del Segrià, Alcarràs es un pueblo situado a unos 10 kilómetros de la capital de Lleida. En un municipio de tan solo 9.000 habitantes, el filme ha reanimado una conciencia que estaba apagada desde hacía mucho tiempo, pues la trama ha lanzado un mensaje de aviso sobre la situación de muchas zonas rurales de la España Vaciada.
Aunque doloroso, es cierto que la sinopsis que plantea Alcarràs es ya un futuro próximo para muchas familias que viven de la tierra. Lo vemos en cada fotograma y en cada personaje. Incluso en los actores: “Jordi Pujol Dolcet, el actor que interpreta a Quimet, no había llorado desde que era pequeño y tuvimos que dedicarle tres tardes a conseguir que llorase delante de la cámara. Probamos de todo, hasta cebollas, pero finalmente fue la propia historia de la película la que le hizo llorar”, cuenta Clara Manyós, coach de los actores durante el rodaje.
Por su directora
Este verano, poco después del lanzamiento del proyecto que iba a significar el éxito de su segundo trabajo, Simón fue madre por primera vez de un niño llamado Manel. Tras ello, todo han sido buenas noticias, pues además de recorrer su camino hacia la estatuilla dorada, ha presentado en Venecia su corto Carta a mi madre para mi hijo, otro proyecto personal, íntimo y de lo más revelador.
Ver esta publicación en Instagram
Lo que Alcarràs nos revela es mucho más que una historia familiar. Desde Verano 1993, la directora catalana ha dejado patente su firma cinematográfica: las circunstancias cotidianas contadas a través de unos ojos inocentes y reales. Por aquel entonces ya fue reconocida con 3 Premios Goya, 2 galardones en el Festival de Berlín y una mención en el NBR, entre otros. Hoy, el camino que recorre hacia Los Ángeles va más allá: con Alcarràs Carla Simón representa la industria cinematográfica de nuestro país, y lo hace dando ejemplo con una trama increíblemente humana.
Lucía Goñi: @luuciagoni
Imágenes: YouTube