Álvaro Catalán de Ocón ha demostrado que, con intuición, honestidad, intensidad y siempre desde la libertad absoluta de su estudio, es posible ir por delante de la demanda. Y es que como él mismo nos dice, “el gran valor de los diseñadores es el no ser especialistas en nada”. ¡Por qué no se nos habrá ocurrido a nosotros antes Álvaro!

Álvaro reclinado sobre un suelo de mármol hidráulico, instalación producida para la Galería Machado-Muñoz en 2015 (Fotografía: Gonzalo Machado)

 

¿Cómo te sienta el halago de ser reconocido como uno de los diseñadores españoles más destaca- dos de esta segunda década del siglo XXI? ¿Su- pone algún tipo de presión para ti y tu trabajo?

Soy muy tímido y los halagos me incomodan bastante, así que suelo mirar para otro lado y no darle mucha importancia. Lo que siento es una enorme presión personal por no perder la tensión y la honestidad en lo que hago.

Supongo que cuando estudiaste Empresariales, nunca te hubieses imaginado que conseguirías este reconocimiento como diseñador. ¿En qué momento decides cambiar de rumbo y sumergirte de lleno en el mundo del diseño?

En medio de mi carrera de empresariales hice la mili para darme un tiempo y pensar hacia donde iba (porque desde luego trabajando en una gran corporación no me veía y ese era el sueño de todos mis compañeros). Decidí acabar para tener un título universitario y luego dedicarme a lo que quisiera. En esa época, el diseño en Madrid no existía, pero sí había buena arquitectura y esa fue la puerta que me llevó a fijarme en el diseño. De ahí decidí ir a estudiar a Milán, la cuna del diseño, y más tarde a la que consideré la ciudad europea más vibrante del momento: Londres.

¿Qué te ha aportado personalmente vivir fuera de España? ¿Y profesionalmente?

Vivir fuera me lo ha dado todo. Pasar por Milán, Londres y luego Barcelona ha sido la mejor de las escuelas. Creo que de Italia adquirí mi cultura del diseño y de Inglaterra, el pragmatismo anglosajón. De Barcelona la posibilidad de materializar tus ideas con cierta facilidad y profesionalidad.

LaFlaca fue, posiblemente, el punto de inflexión en la carrera del diseñador madrileño, sobre todo fuera de España. 

 

Durante tu estancia en Barcelona precisamente, desarrollas tu primer proyecto: la lámpara LaFlaca. ¿Qué te inspiro a desarrollarla? ¿Cómo fueron esos dos años de investigación?

LaFlaca surge como continuación de uno de mis proyectos de fin de carrera de Saint Martins: la Cornucopia. Se trata de reducir una lámpara a su mínima expresión, a su esencia, que en definitiva es la electricidad. Quería reducir una lámpara a dos polos eléctricos y un aislante. Con LaFlaca llegué a tal obsesión, que me pasaba meses buscando el componente o material justo hasta que, sin darme cuenta, se me fueron dos años. Cuando la presenté en el Salone Satellite de Milán ganó el primer premio y de ahí entró en el catálogo de Metalarte.

¿Qué parte de formación y de talento innato crees que hay en un diseñador?

El talento sin formación no te lleva muy lejos. Quizá te permite dar un par de veces en el clavo, pero para mantenerte necesitas la profesionalidad que te aporta una buena formación. Siempre comparo el trabajo del cocinero con el del diseñador. Cualquiera puede cocinar para 4 amigos y quedar bastante bien, pero si tienes que cocinar para 50, necesitas ser un cocinero profesional. Una mesa la puede hacer cualquiera, pero cuando tienes que hacer 10.000, te das cuenta de que un tornillo menos puede marcar una gran diferencia. 

 

Su célebre lámpara On-off, con un curioso sistema que se enciende simplemente colocando la bombilla (Fotografía: Xavi Padròs)

 

Tu generación experimentó en primera persona la transformación hacia el mundo digital. ¿Cómo viviste tú este cambio de sistema? ¿Cuál ha sido el reto tecnológico más complejo al que has tenido que hacer frente?

El hijo de 5 años de una amiga, cuando le explicaron qué eran las ondas y el wifi, concluyó que entonces, cuando él respiraba, ¡respiraba wifi! Mi generación no fue así. Yo aprendí a esquivar el aburrimiento usando la imaginación, haciendo uso de lo que tuviese a mi alrededor. Hoy la juventud lo tiene todo en la punta de sus dedos y de forma inmediata. No hay espacio para el aburrimiento, el merodear sin rumbo, dejar la mente en blanco, divagar...

Nuestra generación es única en la historia en cuanto a que nacimos en un mundo completamente analógico y pasamos de golpe al mundo digital. Ha sido una transición radical que se ha dado en muy poco tiempo y no como pudo ocurrir con la aparición de la imprenta o la revolución industrial, que pueden ser cambios históricos equivalentes pero que se materializaron de una manera mas gradual. Eso nos ha permitido crecer y llegar a cualquier parte del mundo en cuestión de meses, lo que antes hubiese llevado varias generaciones.

Sin embargo, ese ritmo frenético supera las capacidades de asimilación de nuestras mentes, que se acaban banalizando. La cantidad de mails, sms, Whatsapps y llamadas es tan abrumadora, que no tienes la mínima concentración necesaria para producir algo de calidad y consistencia. En el estudio seguimos la política de hacer un único proyecto al año, precisamente para poder concentrarnos y profundizar en un tema, siempre diferente. Por ahora, hemos logrado llevarlo a cabo desde hace 10 años, que lo considero un grandísimo éxito.

Mesas RIAD, diseñadas por Álvaro y Francesco Faccin e inspiradas en los trabajos hidráulicos y los suelos de mosaico mediterráneos de principios del siglo 20

 

¿Es difícil ser estéticamente rompedor en una sociedad tan ambiciosa y creativa como la nuestra?

Mi reto no es ser rompedor estéticamente, ni nada parecido. Creo que el reto está en mantener la tensión y la intensidad a lo largo de los años. Llevar a cabo un proyecto requiere de una energía descomunal que, una vez realizada, te da la sensación de que nunca la podrás volver a repetir. Ese vértigo y ese impulso supongo que son los que te lleva a hacer cosas fuera del camino establecido.

Si tuvieras que hacer un balance generacional de todos los profesionales que se dedican al diseño industrial a día de hoy, ¿qué dirías que es lo que más os diferencia? ¿Cuál es el ADN de Álvaro Catalán de Ocón?

Creo que es la capacidad de riesgo. Llevamos los proyectos al límite y siempre entramos en los proyectos sin saber nada de la materia. Siempre digo que el gran valor de los diseñadores es el no ser especialistas en nada. Esto te permite entrar en cualquier tema sin prejuicios y arriesgarte a hacer las cosas simplemente como no se han ido haciendo anteriormente. El reto es hacerlo con naturalidad, como si no hubiese requerido de demasiado esfuerzo. El mejor piropo es cuando alguien al ver tu producto suelta un: “¡por qué no se me habrá ocurrido a mí antes!”.

En mi opinión, un diseñador no debería tener un estilo propio, eso lo veo más apropiado en el caso de los estilistas. Los diseñadores deben tener un método propio para resolver cada uno de los proyectos, que se terminarán materializando de formas muy diversas. Nunca hablo de productos sino de proyectos y para mí, la idea es el motor del proyecto.

¿De qué fuentes/influencias bebe tu inspiración?

Mi principal fuente de inspiración viene de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Prefiero los pequeños gestos llevados a su extremo que los triples saltos mortales. La transversalidad creo que es fundamental para no seguir la línea que se viene haciendo en tu profesión. Yo bebo mucho de la pintura, la arquitectura, la música, el cine... de todos los tiempos. Me fascina la atemporalidad y universalidad de las obras maestras del arte.

Emerita Chimiro, artesanas de la colección PET Lamp hecha en Colombia en 2012

 

El compromiso ético y medioambiental es uno de los requisitos indispensables para la compra de un producto a día de hoy. ¿Piensas que esa consciencia social ha hecho que tu PET Lamp sea uno de los proyectos más exitosos que tienes bajo tu firma?

Sin duda, PET Lamp apareció en el momento justo, hace ya casi 10 años, cuando nadie hablaba de esos temas. También trataba el tema del diseño social mientras se explotaba la mano de obra barata de los países en vías de desarrollo. Además de mezclar el diseño con la artesanía, que era casi una aberración. Pero lo cierto es que nació en el 2011, en plena crisis económica, y podía permitirme el lujo de hacer absolutamente lo que me apetecía sin rendirle cuentas a nadie... Y bajo esa realidad, nació este proyecto que se lleva reinventando desde entonces año tras año. Empezó en Colombia y luego siguió por Chile, Etiopía, Japón, Australia, Tailandia y Ghana.

¿Qué tipo de certificación o de normas seguís a nivel ecológico?

Desde una perspectiva profesional, tratamos no solo de evitar el uso de ciertos materiales y de hacer productos de corta vida, sino que tratamos de que los productos cuenten historias relevantes en cuanto a la conservación de nuestro entorno. Seguimos la lógica personal más que la lógica del mercado, que es la que está destruyendo el mundo.

No puede ser que estemos embotellando agua (ni siquiera agua mineral) en botellas de plástico que van a quedarse en el mundo durante siglos. Empaquetemos nuestros productos con cartón, evitemos los productos de plástico de un único uso siempre que podamos... acciones lógicas que todos deberíamos llevar a cabo de manera individual.

Workshop de PET Lamps en Etiopía 

 

¿Qué valor tiene la artesanía para Álvaro Catalán de Ocón? ¿Qué sentido cobra en tus proyectos?

A raíz de la crisis del 2008 empecé a colaborar con procesos artesanos a la vez que con la industria, y se me abrió todo un mundo. El trato con el artesano es radicalmente opuesto al del industrial. Tienes que ganarte su confianza y crear una relación de mutuo respeto para comenzar a obtener unos resultados que ya no son del todo tuyos ni suyos, sino que son fruto de una auténtica colaboración. No se puede empezar con una idea exacta de dónde quieres llegar. El proyecto va evolucionando según pasas tiempo con el artesano y lo que tratas es de controlar el proceso, pero no el resultado.

Trabajáis con artesanos de Colombia, Chile, Etiopía... ¿Os habéis planteado contar con la presencia de artesanos españoles?

Sí, claro. En el caso de PET Lamp siempre quisimos que fuese un pretexto para viajar y conocer las culturas más remotas y auténticas del mundo. Pero todo el resto de nuestro trabajo se produce de manera muy local. También hacemos uso de procesos industriales de última generación pero de manera artesanal. Robots de control numérico muy sofisticados, programados para hacer series únicas o pequeñas tiradas.

Nuestro último proyecto, Cerámica Cu, que trata sobre los orígenes de la cestería y la cerámica y cómo estas estuvieron vinculadas en sus orígenes, lo producimos en San Ginés, en un magnifico taller de Talavera de la Reina, premio nacional de artesanía, donde tienen una tradición de siglos de historia.

Cerámicas Cu, su última colección de cerámicas modeladas e intervenidas con materiales ancestrales como barro, cobre y sílice, con los que se da forma a una serie de jarrones que en la cocción, se transforman en piezas únicas y diferentes

 

También aseguras que el 80% de vuestras ventas son internacionales. Aún así, ¿qué representa para ti la etiqueta local “made in Spain”?

Creo que es el futuro. Ha sido muy irresponsable abrir las fronteras a productos provenientes de China y otros países en vías de desarrollo justificándolo únicamente en su bajo precio. Si es tan barato producir, es por- que no se cumplen las mismas regulaciones a nivel laboral y ecológico que en nuestros países. Es inmoral cerrar los ojos ante esa realidad con tal de mantener nuestro nivel de confort y consumo.

Cuando nosotros vamos a otros países, es porque buscamos la excelencia en sus técnicas y tradición que queremos potenciar y poner en valor. Buscamos los mejores artesanos locales para presentar su trabajo al resto del mundo. Luego hay gente que se queja de que los precios son altos, sin darse cuenta del enorme esfuerzo que requiere que ese producto llegue a sus manos y la cantidad de gente que está involucrada en ese proceso. Considerando que por descontado, cada eslabón de la cadena cobra el precio justo por su trabajo.

¿Qué lenguaje comparten la moda y la creatividad en tu proyecto? ¿Sueles seguir o empaparte de las tendencias?

Con la moda comparto lo mismo que con cualquier otro proceso creativo, pero el ritmo de la moda es muy perjudicial por demasiadas razones. Por eso confío en que la moda pueda tener unos ritmos más naturales y se presenten colecciones más atemporales y de mayor calidad.

¿Cómo consigues ir por delante de la demanda? Cuéntanos tu secreto...

La clave está en la honestidad con uno mismo. Yo voy hilando proyectos, uno tras otro, que aparentemente no tienen nada en común, pero que ahora desde la perspectiva, voy viendo que tienen vínculos que cuentan una historia más completa en conjunto que de manera individual. Me gusta cuando un proyecto te lleva al siguiente. Allí es cuando te das cuenta de todo lo que has aprendido en el camino. Si quieres hacer algo diferente al resto, siempre es mejor mirar hacia dentro que hacia fuera.

Detalle sus cerámicas Cu

 

¿Cuál es la lección más importante que has aprendido después de tantos años de trayectoria? ¿Es la misma a nivel personal que profesional?

Para mí, mi trabajo no es trabajo. Nunca he trabajado para nadie, nunca he tenido un jefe y no se lo qué es buscar trabajo, el paro o verme sin nada que hacer. No concibo mi vida separada de mi trabajo, y esto no quiere decir que sea un workaholic, porque en realidad nunca he trabajado. Sigo mi intuición y me siento más cómodo en una posición de riesgo que bajo el paraguas de la comodidad y el confort. Valoro la libertad de este modo de vida.

¿Qué es lo próximo que te gustaría probar o, si te es más fácil de contestar, con qué tienes claro que no vas a experimentar nunca?

Ahora estoy muy ilusionado con mi último proyecto, la colección de alfombras que estoy desarrollando para GAN y con la experiencia de colaborar con una gran empresa como Gandía Blasco. Está directamente relacionado con mis proyectos anteriores pero añade un nuevo punto de vista.

En cuanto al próximo proyecto, no tengo ni idea de dónde vendrá, lo que me pone bastante nervioso y me obliga a estar alerta y con los ojos bien abiertos. Estamos en un momento de grandes cambios como para ir con los ojos cerrados...

 

 

Texto: Anna Alarcón @_annalarcon

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