Villana Santiago nació en Bayamón, Puerto Rico, hace poco más de dos décadas. Sin embargo, y a pesar de haber crecido rodeada de salsa, mambo y reggaetón, no empezó a compartir su música hasta que encontró su lugar. Sorprendentemente, lo descubrió en el rap, género que a día de hoy abandera desde su condición transfemenina no binaria con temas como 'Pájara', 'Muñeca', 'Vocales' o su viral Music Session #51 con Bizarrap.
 

Villana, ¿en qué momento decides empezar a compartir canciones y mostrar públicamente tu faceta musical?

Empecé a hacer música como a los 17, pero no fue hasta los 19-20 cuando decidí compartirla con la gente. 

Sin embargo, ¿recuerdas cuál fue tu primer contacto con la música?

Literalmente está en mi primer recuerdo vital. La música ha estado siempre súper presente en mi vida. Crecí en el Caribe, Puerto Rico, y allí estás cocinando o limpiando la casa y suena salsa, mambo... Somos muy musicales, y eso me ha aportado una percepción de la música muy bonita, así que, en el fondo, siempre supe que de mí iba a salir algo grande.

¿Por qué decides probar con el rap, un género aparentemente tan duro? 

Antes solía decir que el rap me había escogido, porque sentía que solo a través de él podía canalizar el coraje, la agresividad y la energía que tanto me definen y quería transmitir. 

Aunque la parte más machista del rap estaba -y, de hecho, sigue estando-, algunas de mis referentes, como Ivy Queen o Nicki Minaj, me hicieron dar el paso. El empoderamiento que ellas me dan a través de su música me empujó a querer hacer lo mismo. Yo soy una guerrera y el rap me permite mostrarme tal y como soy, así que utilizo todas las connotaciones negativas que puede tener a mi favor, incluso contra los mismos que perpetúan el machismo. 

Empezaste tu proceso de transición hace muy poco. ¿Cómo es someterte a esta reafirmación de identidad públicamente y con millones de ojos encima?

Por la misma misoginia, a veces me pregunto si habría llegado tan lejos si me hubiera sometido a este proceso antes. Estoy segura de que el hecho de haberme presentado desde una perspectiva masculina, como Villano Antillano, me ayudó a poner un pie dentro de la industria.

Siento que a la gente le cuesta entenderlo, no sé, es un rollo bien complejo. Yo ya tenía un nombre segmentado y, por mucho que me sometiera a un proceso de transición, era absurdo renegar de él. El talento es lo que me define como artista, no un nombre artístico.

No te negaré que ha sido un proceso un poco fuerte de vivir, y más estando tan expuesta, pero también ha sido súper liberador. Constantemente me recuerdo a mí misma que nadie ha hecho lo que yo estoy haciendo, entonces no hay reglas, ni pasos que seguir. Soy yo y ya.

Precisamente por eso, te has convertido en un referente para muchas personas que están atravesando tu misma situación. ¿Cómo manejas el hecho innegable de ejercer algún tipo de influencia hacia los demás?

Es una responsabilidad y es algo que mi cabeza me repite constantemente, pero tampoco dejo que eso rija mi vida. Soy un ser humano y cometo errores, así que no quiero ser un ejemplo para nadie. Sin embargo, sí que me motiva el hecho de saber que ahora una persona trans va a crecer sabiendo que puede ser una estrella, una rapera o lo que se proponga. 

¿Sientes que tu evolución como persona ha ido en consonancia con tu crecimiento como artista?

Definitivamente. Ahora puedo acceder a recursos que antes eran impensables, porque siempre he sido una persona pobre... y esto se traduce en más música, mejores colaboraciones... Al fin puedo invertir en mi arte y, a fin de cuentas, eso es el sueño de todo artista. 

Cuéntame más acerca de la adoración que sientes por La Veneno.

Yo no tuve referentes trans... O sea, esto que yo puedo ser ahora para una niña que está creciendo y conociéndose, no existía cuando yo era pequeña. De todas formas, la historia de La Veneno me hizo entender muchas cosas siendo ya adulta. La descubrí en YouTube -antes pasaba mucho tiempo en YouTube (risas)- y luego me enteré de que se estaba haciendo la serie, así que seguí toda la historia, investigué acerca de todas las actrices -entre ellas Jedet, a la que pude conocer este fin de semana- y para mí fue bien chocante: era como ver reflejada mi historia en televisión. 

Me tocó mucho y también me dio mucha fortaleza y valentía para atreverme a dar el paso. Si no fuera por las amigas que realmente me han llevado de la mano y por las figuras que he tenido como referentes, especialmente gracias a 'Veneno', yo no sé dónde estaría...

Imagino que te habrán hecho millones de veces esta pregunta pero, ¿cómo ha sido trabajar con Bizarrap?

Trabajar con él fue muy chulo. Biza es un amor, aparte de una persona muy decidida. Tiene muy claro todo lo que hace y, lo más importante, lo que quiere. Desde un principio sabía hacia dónde quería llevar la canción, pero aún así fue muy generoso. Siento que tuve mucha voz y voto.

He leído por allí que Bad Bunny tuvo algo que ver… ¿Hay algo más allá de esto?

Sí, conocí a Biza en una fiesta a través de Bad Bunny... y a raíz de allí surgió la colaboración. Sin embargo, creo que en verdad se dio porque somos del mismo país y nos tenemos admiración mutua, pero tampoco he tenido muchas interacciones con él. Nos conocemos, nos hemos dicho cosas muy bonitas, pero nada más. Simplemente le dijo a Biza que yo estaba súper cabrona y pues hicimos la sesión (risas). 

Después de un primer EP y varias temas en solitario, estás terminando tu próximo álbum. ¿Sabes ya cómo se va a llamar? 

¡Sí! Es más, igual si la gente lo busca lo encuentra... ahí lo dejo. 

¿Qué nos puedes adelantar de él?

Pienso que es el soundtrack de mi transición. Transmite mucha fuerza, mucho empoderamiento, y no necesariamente encapsulado en causas sociales o política... Cuando salga, te invito a ponerte los auriculares, salir a la calle ¡y creer que te vas a comer el mundo!

¿Qué le pides a lo que queda de 2022?

Ahora mismo no tengo tiempo para pararme a pensar ni en lo que voy a hacer mañana, no me dejan (risas) El único momento en el que he asimilado un poco todo lo que me está pasando fue cuando conocí a Jedet este fin de semana. Nos dimos un abrazo y tuvimos una conversación que nunca se me olvidará. 
 
Ten en cuenta que en Latinoamérica el life expectancy de una mujer trans son 35 años... Así que, si nos basamos en las estadísticas, me quedan 8. Por eso trato de vivir al máximo el presente. De todas formas, si tengo que pedirle algo, le pido mucho dinero. Cuanto más me dé, más voy a trabajar. 
 
 
Anna Alarcón: @_annalarcon
 
Imágenes: Cortesía de UMO Agency ©Josh Anto