Del #MeToo al Time’s Up, Hollywood parece haber dicho basta. A la cabeza de esto, ellas, las víctimas, las mujeres. Víctimas, en primer y más importante lugar de un sistema machista que las cosifica. Y víctimas, después, de una dinámica de poder que resulta tóxica y que establece como norma no escrita que los que están arriba tiene el control completo sobre aquellos que quieran subir.
Fashion industry
La moda, circuito en el que la lógica natural es hacer(se) desear para alcanzar la meta final, también ha hablado. Terry Richardson, fotógrafo que ha trabajado, prácticamente, con todas las estrellas que se pueden imaginar tanto para las cabeceras más importantes del país como de forma independiente, era el primero en caer. Con la española Minerva Portillo al frente, las acusaciones a Richardson han conseguido que el norteamericano haya sido vetado en los grandes grupos editoriales del mundo.El último gran escándalo ha salpicado, hace apenas unos días, a dos de los nombres más importantes, no sólo de la moda, sino de la fotografía contemporánea. Un grupo de modelos y ex-asistentes de Bruce Weber y Mario Testino denunciaban a ambos de “hostigamiento sexual” en The New York Times. La diferencia, esta vez, es que todos los denunciantes eran hombres.
Desnudez injustificada, sesiones privadas, acercamientos no consentidos, tocamientos… Las víctimas han relatado distintos encuentros en los que los fotógrafos se propasaron con ellos, siempre con el conocimiento de todo el entourage de ambos. “Si querías trabajar con Mario, tenías que hacer una sesión de desnudos en el Château Marmont”, relataba el modelo Jason Fedele, que trabajó en algunas de las campañas más famosas del peruano en los años 90. Fedele, además, afirma que dicha condición extra oficial es conocida por todos los agentes. Por su parte, los abogados de Testino han afirmado que los estos hombres “no son fuentes fiables”, defendiéndose así de las acusaciones.
En el caso de Weber, los testimonios de las víctimas coinciden en relatar sesiones de “ejercicios de respiración” en los que el fotógrafo y director se propasaba con ellos. “He utilizado ejercicios de respiración comunes y he fotografiado profesionalmente a miles de modelos desnudos a lo largo de mi carrera, pero nunca he tocado a nadie de manera inapropiada”, ha afirmado el estadounidense.
Anna Wintour ya ha anunciado que, de momento, dejará de trabajar con estos fotógrafos. ¿Será este el principio de una ola de denuncias en el mundo de la moda al igual que en el del cine? ¿Será también, por fin, el momento en que los hombres se atrevan a denunciar los abusos sin temor a que la confesión sea también algo que les haga sentir humillados? Solamente el tiempo lo dirá, pero todo apunta a que se acerca un terremoto que hará temblar los cimientos de la moda.
Alberto Herrero – @herreroar