El más internacionalmente celebrado de nuestra última generación de diseñadores parecía cumplir perfectamente con el inicio de una carrera estándar en el mundo de la moda: licenciado en Saint Martins, nominado a los premios LVMH, de donde salió directamente a Givenchy, pero también oteado desde sus orígenes por la todopoderosa Carine Roitfeld, que le ofreció una colaboración en forma de colección cápsula para Lagerfeld, inicio de su colección en el calendario oficial parisino... hasta que llegó la pandemia y, obviamente, cambió el curso de las cosas. No de sus éxitos, sino de su proyecto creativo y vital.

Después de esos meses, Archie regresó a su Barcelona natal y decidió asumir unas bases más cercanas y sostenibles: no entrar en los calendarios y dinámicas demoledoras que impone el gran mercado de masas. Y así ha seguido, con colecciones más modestas y apostándolo todo a un estilo que mezcla ideas contemporáneas y estilos referenciales. 

Archie, comenzaste trabajando el punto como elemento diferenciador de tu proyecto, inspirándote en los setenta y en su dandismo decadente y queer. ¿Qué te atrae de ese discurso?

Fue más orgánico de lo que puede parecer. Lo del punto no fue premeditado, fue un tema de especialización. En el Reino Unido, en la Saint Martins, te hacen especializarte y como esto era muy técnico, decidí aprenderlo y descubrir dónde llegaba. Una vez lo hice, me di cuenta que los caminos que se me abrían, desde lo más técnico orientado a la ropa sport, a lo más tradicional, no me interesaban en absoluto. Pero como soy un loco de la historia, me leí el libro “The Beautiful Fall” de Alicia Drake (2006) y ahí descubrí esta figura: un dandy con un lado perverso...

Además, analizándome a mí mismo, es verdad que siempre me ha gustado todo lo sofisticado, pero desde mi perspectiva. Cuidadosamente descuidado. Me parecía muy interesante esa posición de crearse a uno mismo, elaborarse una imagen genuina... y el poder de la seducción. Entiendo el diseñar una colección como montar un puzzle que en realidad ya está hecho. Cuando buscas tu identidad de marca, muchas veces no te das cuenta que ya la tienes, que está hecha... Solo hay que descifrarla y esa obsesión por el “belle gâté” [la belleza desperdiciada] siempre ha estado presente desde mis orígenes. Lo único que he hecho es ir desnudando a ese dandy. 

De hecho, lo reconvertiste en ese look coetáneo de las calles de Los Ángeles y Nueva York, de los jóvenes chaperos de los setenta, y luego de los jóvenes deportistas ochenteros...

Quería explorar la figura del “hustler” y de los “crusing spots” de Nueva York. Las fotografías de Alvin Baltrop, de Larry Clark... he tratado de recuperar esos efebos chaperos y mezclarlos con la figura más actual de los skaters... y si esto lo juntas con el hedonismo, una idea que ha tenido siempre mucha importancia en mi trabajo, ya hablamos de la generación perdida.

Cuando estudiaba, llegaba a referentes que desconocía, como Halston. Mucho antes de la película, cuando estaba olvidado. Y ves la genialidad que había detrás, y te das cuenta que si sabías quién era Ralph Lauren, pero no este señor. Y te preguntas por qué desapareció, o por qué aún no se habla de Walter Albini, tan rompedor. O Antonio López, uno de los mejores ilustradores de moda que ha tenido el mundo. Todo lo que hago en realidad tiene ecos de esto, de mi proceso de formación. 

¿Crees que cuando te contactaron desde la propia firma del Káiser precisamente estas alusiones a Bascher tuvieron algo que ver? 

Realmente, no. Pero, ¿qué es primero, el huevo o la gallina? Porque la historia real es que Carine Roitfeld me conoció en 2020, descubrió mi técnica con el punto y llamó al CEO de Lagerfeld para recomendarme. ¿Por qué le parecí adecuado? Pues igual por esto: una cuestión de apuesta estética, o de savoir-faire. También comparto con Lagerfeld ese sentido de amar el oficio y creer en su “core”, y de no darle la vuelta a algo que ya puede estar terminado. No diseñar de más, que era algo también muy suyo. 

¿Cómo viviste tener la atención de gente como Roitfeld, Harry Styles (al que has vestido para conciertos) o haber trabajado para Givenchy? ¿Te da seguridad o, por el contrario, aumenta la sensación de vértigo?

Ni una cosa ni otra. Cuando lo pones todo junto y tan seguido, sí que es fuerte, pero como ha ido ocurriendo de forma muy natural... El día que conocí a Carine y que admiró mi colección por lo simple, pero también por su complejidad, ahí sí que se me saltaron las lágrimas...

En mi ordenador, de adolescente, tenía la campaña que había creado con Mario Testino y Tom Ford, la del pubis de Carmen Kass... Era ya una persona muy importante para mí, y que alabara mi trabajo... es un recuerdo al que acudo cuando estoy mal. Me da tranquilidad y me provoca una sonrisa. De todos modos, tengo claro que si te centras en lo pasado, te pierdes lo que está por venir. 

Tu compromiso con la cultura queer sigue su curso. ¿Por qué ese interés identitario y qué crees que significa para tu generación? 

La historia de mi colectivo siempre me ha interesado. Empecé por el punto y el dandy, pero en el trasfondo está la cultura queer, que llevo estudiando desde la universidad. Es verdad que mi mensaje está mucho más estetizado, porque soy yo, y también estamos en un punto muy raro. Creo que hablamos de esto desde nuestra burbuja, porque lo tenemos asumido, pero fuera aún hay mucha incomprensión.

Es importante insistir en el mensaje para fijarlo y que no se puedan dar pasos atrás. Y si yo tengo un altavoz, por pequeño que sea, lo voy a usar. 

¿Qué rescatarías de la moda de los noventa o dosmil si nos encontráramos a las puertas de un Apocalipsis? 

Absolutamente todo. Soy súper posmoderno. Creo que, como ya casi todo está hecho, debemos reutilizarlo todo. Jamás renegaré de un pitillo solo porque ahora no se lleve. Lo mejor de estos últimos treinta años es que nos hemos dado cuenta de que absolutamente todo puede volver y estoy seguro que más adelante probablemente lo vaya a reutilizar o replantear. Renegar de una tendencia es muy de estilista, pero no de un diseñador.

¿Tienes referentes más cercanos que Halston o Alibi en la moda? 

Pues no sé quién decirte... Se va a mear de risa, pero posiblemente el fotógrafo Gorka Postigo. Otra persona de la que he sido primero fan y luego amigo es el ilustrador Ricardo Fumanal. O el pintor Ignasi Monreal, pero claro, él es de mi año.  

¿Cómo ves el futuro de la moda española y tu participación en ella? 

Tengo un poco de conflicto con esto de las nacionalidades. Acabo de volver, después de pasar diez años fuera y no estoy muy informado. Hay cosas muy prometedoras y compis muy guays, como Pepa Salazar. El otro día estábamos los dos abrazados, llorando por lo duro que es todo esto... Cuando tienes que ser -porque no hay otra- el que diseña, el que produce, el que comunica, el que administra... tenemos que estar muy orgullosos, tanto de la moda española en abstracto como de sus creadores, independientemente de dónde presenten. 

Sigue afincado en Barcelona, que tiene posiblemente la tradición de textil más genuina de España. ¿Aspiras a posiciones como las que han tenido otros como Josep Font en Francia? 

No soy un miembro federado de la Chambre Sindicale de la Mode, pero ya he estado en el calendario oficial por haber presentado mi segunda colección en París. Así que me siento parte, porque nos apoya muchísimo. Están en todas las presentaciones y tienen un trato exquisito. Y sí, no me importaría hacerme cargo de otra firma: me gusta esto de ponerte en la piel de otro por un tiempo. Es casi como ser actor, es muy guay. 

¿Cuál crees que es el hecho cultural más significativo para tu generación? 

Pues está claro que Internet. Aunque para mí el Brexit fue un shock, porque estaba en Londres y había una sensación de tristeza absoluta y cuando he vuelto, sigue siendo desolador: apenas hay gente europea estudiando allí, o son todos hijos de millonarios. Pero a nivel generación, desde luego lo que nos ha traído la posibilidad de estar conectado desde cualquier parte con tu móvil.

 

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Texto: Guillermo Espinosa

Imágenes: Retratos de JavieRomán @javieroman__  y campaña SS23 cortesía de la marca