Acaba de volver de México y mañana actúa en su querida Barcelona. Su vida ahora mismo es un constante vaivén, un cruce del charco incesante que Carlos Sadness lleva hasta el extremo más literal de la expresión. Pero es precisamente este cambio de territorios y su luz, los que llevaron al cantante a crear su tercer álbum de estudio, un proyecto repleto de elementos lumínicos en todas sus variantes. Tal vez fuera ese mismo síntoma del jet lag lo que hizo que Sadness nos recibiera enfundado en un albornoz de cebra al más puro estilo celebrity. Disfrutad de la entrevista (no tiene desperdicio):

¿Cómo ha cambiado la industria musical desde que empezaste hasta ahora? 

Cuando empecé en esto, la industria musical ya estaba cambiando. Yo nunca he vendido discos, no lo viví, pero lo que sí experimenté fue el cambio de la industria hacia su democratización. No hacía falta que una discográfica te descubriera, podía ser el propio público el que te haciera distinguir entre los demás. Mi caso es un claro ejemplo: fui de los primeros a los que fichó una discográfica porque el público lo había señalado. Podríamos decir que me tocó estrenar la democratización de la música, como el que estrena la ESO o el Bachillerato (risas). 

¿Y tu evolución como artista? ¿Ha ido de la mano con tu evolución como persona?

Yo estaba a punto de acabar la carrera, iba a trabajar en Publicidad pero luego, decidí empezar con Carlos Sadness. Y de eso ya hace tres discos y 7 u 8 años... Mi evolución ha sido muy paulatina. Pensaba que nunca podría llegar a llenar salas porque veía a mi proyecto demasiado personal. Me veía como un "somiatruites" que se dice en catalán. Pero la realidad siempre ha superado los sueños o las metas que tenía, quizá porque siempre he pecado de no ser ambicioso.

Es muy difícil saber si la evolución como persona va de la mano con tu evolución como artista. El proyecto artístico, se nutre mucho de lo personal y viceversa. Una etapa triste a nivel personal, se refleja mucho en mi carrera artística. Te podría decir que lo mejor, es cuando empiezas a hacer cosas con la música basándote en tu propia personalidad, utilizándola como materia prima. Cuando empiezas en esto, conoces el riesgo de que es muy difícil caerle bien a todo el mundo y es que, parte del juego, también está en caerle mal a mucha gente... así que, si las cosas salen bien, te aporta seguridad en ti mismo a la hora de volver a crear algo que siga basado en ti, sin pretender ser un personaje o pertenecer a determinadas escenas por el mero hecho de que será más fácil que el proyecto funcione. Esa libertad creativa que huye del miedo a no encajar, para mí es lo más interesante.

¿Siempre lo tuviste tan claro? ¿Al principio no te preocupaba el hecho de que Carlos Sadness no encajara en la escena musical de aquel entonces?

No, al igual que ahora tampoco voy a hacer que mi música encaje en el trap. Los propios artistas también nos desencasillamos y la gente nos elige igualmente para escucharnos. Por ejemplo, yo sé que comparto un montón de público con C.Tanagana, más que con cantantes que, artísticamente, podrían estar más cerca de mí. Yo eso me lo tomo como algo positivo. Actualmente hay mucho para elegir y la gente no se rige a un género o estilo determinado. 

¿Cómo ves a la nueva generación de artistas?

Ahora hay mucha más naturalidad, más frescura, una libertad creativa que antes no había. El hecho de no tener que cumplir ciertas normas estilísticas para estar dentro de un género musical, te da mucha libertad. Cuando yo empecé a hacer canciones de hip hop, sentía que tenía unas fronteras muy marcadas y eso me cortaba mucho las alas. Cuando no tienes fronteras y haces lo que te gusta realmente, puedes experimentar, ser tú mismo... siempre y cuando no pienses solo en hacerlo por vender. 

¿Hasta que punto es importante firmar con una discográfica a día de hoy?

Las discográficas te pueden aportar cosas buenas o puede ser contraproducente, todo depende de muchos factores. Yo trabajo con una multinacional que es Sony, pero me llevo genial con ellos. Hago lo que quiero. Toda la producción artística la manejo yo y con ellos trabajo lo que sucede cuando ya tengo la canción hecha. Por eso no hay un conflicto creativo nunca. La parte creativa es mía y la parte de marketing es más de ellos. Entiendo que cada caso es diferente. En algunos puede sumar y en otros puede que no se llegue a un entendimiento porque la compañía espera otra cosa del artista, o viceversa. Yo nunca he sentido que quieran cambiar nada de mí o que me frenen en nada.

¿En qué países notas que ha crecido más tu popularidad?

Lo de Latinoamérica ha sido muy llamativo. Nunca estoy más de 3-4 meses sin ir allí y eso es un claro reflejo de lo que te comentaba antes, que pasan cosas que son más de lo que sueñas. Allí estamos creciendo de una manera súper sorprendente. Cuando vamos, nos encontramos con que no sabemos donde está el techo todavía. 

¿Ves diferencias entre tu público nacional e internacional?

Ahora estamos en un punto en que el público es muy abierto, muy general. En mis conciertos, la gente siempre es muy diferente entre sí, pero comparte un mismo gusto musical. Quizá en Latinoamérica, la gente ve lo que hago como algo más moderno, más fresco. En España toda esta escena indie ya está muy asimilada. También allí, cuando algo se populariza, se hace más rápido. Te reciben en el aeropuerto, investigan en qué hotel estás, les gusta el encuentro, todo el tema del meet&greet. Te buscan porque saben que es más improbable encontrarme imagino... Aquí la gente está más que acostumbrada a cruzarse conmigo por el supermercado (risas).

¿Qué proceso creativo sigues a la hora de crear tus temas?

En mi caso se me ocurre la letra a la vez que la música, que la melodía. Se vienen a la cabeza muchas ideas en la ducha, o cuando estoy conduciendo, cuando no tengo distracciones. Pronuncio una frase con melodía y la voy estirando. Grabo una nota de voz, agarro un instrumento y empiezo a musicarlo. Luego pienso en los arreglos: si quiero que sea una canción más desnuda, más electrónica... Hay canciones que me surgen de manera muy espontánea y otras que tengo meses en una especie de horno porque tienen un proceso diferente. Aun así, yo suelo pensar que no hay que 'sobrepensarlas' demasiado. Me interesa que sean naturales y espontáneas, más que súper cocinadas.

Como experto en componer canciones que se han acabado convirtiendo en temazos, ¿qué tiene que tener una tema para convertirse en hit?

Tengo canciones que han pegado más que otras, pero no de manera pretendida. Hay gente que tiene calculado hasta que el estribillo entre en un minuto concreto pero al final, cada canción es un mundo. Amor Papaya, por ejemplo, surgió casi de una broma. Se la enseñé a alguien de LOS40 y recuerdo que me dijo que no podían poner eso porque era demasiado alternativo. Luego fue viral en siete países, tuvo cifras de canción de reggaetón (risas). A veces algo alternativo, logra conectar con la gente más que una canción fabricada específicamente para conseguirlo. Son cosas que no son matemáticas.

¿Piensas que codearte de un entorno influencer te ha facilitado el camino hacia donde estás ahora?

¡Hay tantos canales en los que sonar!. Las playlists de Spotify, las radios, la música que suena en los supermercados... y luego está la gente que te recomienda. Obviamente, si los que te recomiendan tienen un millón de seguidores, tu canción va a llegar a más gente, pero eso es algo de lo que no he querido abusar nunca. Yo no quiero ser la banda sonora de nadie. Tengo amistades que están muy metidas en el mundo 2.0 y son amigos que me recomiendan en sus redes, pero no de manera agresiva, no lo hacen constantemente. Considero que eso no va a hacer que yo sea más o menos famoso. Gustar con tu música no se consigue porque alguien, con no sé cuantos miles de seguidores, ponga una canción tuya en un vídeo.

 
 
 
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Cuando hacer canciones se confunde con estar de vacaciones. A ver si llego a tiempo y tengo algo fresco para formar parte de vuestros veranos. Me encantaría!

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¿Has compuesto para alguien últimamente?

Me propusieron escribir para gente de OT 2018 pero al final, seguí con mi disco. Me preguntaron si quería escribir algo para Aitana y dije que sí, se merece una canción más 'galactropical' de las que tiene, que están bien, pero podría tenerlas mejores. Luego me dijeron que no, porque los de la discográfica no me conocían... será porque no siguen a la influencer que cuelga mis canciones (risas). No suelo hacer canciones para los demás pero si me lo proponen y me gusta el artista, estoy encantado de hacerlo. En el caso de Aitana, me parece que tiene una voz muy chula pero también es cierto que, en mi hoja de ruta, tenía grabar mi disco. Obviamente entiendo que mis descartes no le van a servir a nadie. No sé hasta que punto a Universal le puede interesar que un artista suyo diga: "te voy a pelar una Papaya". Yo solo quería hacerle una canción más gamberra (risas).

 

Hablando de ese nuevo disco... ¿qué mensaje querías transmitirnos con Diferentes Tipos de Luz?

No es un disco tan conceptual como La Idea Salvaje, que habla de una persona que se va al espacio, pero sí que tiene un nexo en común que es la luz. En todas las canciones, hay un elemento lumínico y es que era algo que me iba encontrando en mis viajes a Latinoamérica, en el sentido de llegar a una ciudad de noche en los vuelos nocturnos y que por la mañana, en el hotel, entrase la luz de esa ciudad. Tenía la sensación de que no era la misma en Lima que en Buenos Aires o Monterey. Cada ciudad tenía la suya y eso fue lo que inspiró.

Del 0 al 100, ¿qué parte de realidad y experiencia personal tienen tus canciones?

Todas nacen de cosas que están en mi imaginario. Tampoco escribo de una manera que sea explícitamente realista, siempre hay un factor de fantasía en cómo está explicado. Me gusta explicar cosas que nos pasan a todos, pero desde un punto de vista personal y más mío.

 

¿Cómo de importante consideras el hecho de que los artistas utilicéis vuestra popularidad para visibilizar y dar voz a ciertas injusticias sociales?

Retomando la palabra influencer, todo va un poco por ahí. Hay gente que se cabrea cuando damos una opinión social, política... pero como persona, más que como artista, doy mi punto de vista en las situaciones que creo que son por el bien de todos. Me apetece darme el capricho, el lujo de dar mi opinión. En los temas que me parecen más subjetivos, igual no la doy. Tampoco soy de los que baña sus canciones de un tinte político pero muchas veces, el mensaje por redes sociales sí que lo transmito. Respeto hasta qué punto quiere llegar cada uno. Tampoco voy a señalar a nadie por no decir nada.

¿Cómo de importantes son las redes sociales para ti? ¿Cómo las utilizas?

Hace unos años, en la escena indie, era raro que un artista utilizara las redes sociales y funcionara como un instagramer. Ahora, con el trap, las cosas han cambiado y es que no hay mejor ejemplo que los traperos para demostrar que un artista puede funcionar perfectamente en redes. Hay gente que no me creía porque decía que mi actividad en redes era puro marketing. Hoy en día, el público está más abierto de miras que este tipo de productores y entienden que los artistas, cuando somos artistas, lo reflejamos en muchas cosas, no solo en las canciones sino también en nuestra manera de exponer nuestro día a día en redes sociales. Para mí son una herramienta nativa, algo que forma parte de nosotros. Subir fotos a Instagram no es cuestión de vanidad, es una cuestión casi de estilo de vida de nuestra generación. 

En mi caso, intento reflejar mi vida musical. Mis vivencias musicales son guays, interesantes en el sentido de que mola contar que estás en una ciudad mejicana comiendo en un sitio raro porque vas a tocar. Otra cosa es si yo forzara mi vida para que mis redes sociales tuvieran un contenido atractivo, pero como no la fuerzo, mi red no refleja nada buscado. Me gusta cuando las redes sociales transmiten, de forma natural, cómo es tu vida artística. Aunque suene a superficial, me gusta verlo. Uno elige lo que seguir, ¿no? (risas). 

Teniendo en cuenta que te preocupa mucho la escenografía y el cuidado de la imagen de todo lo que haces, ¿qué nos tienes preparado para el Share Festival?

El Share es un festival que se hace en el Poble Español y el sitio de por sí, ya es guay. Tengo un tigre tamaño real en casa que igual mola llevarlo de atrezzo... aunque subirlo y bajarlo por las escalares es horrible, ¡no cabe en el ascensor!. Supongo que tiraré un poco por la línea de los festivales de este año, que les estamos dando un aspecto tropical. En las salas solemos sacar nuestro lado más emotivo y en festivales, hacemos el más divertido. ¿Ya estáis preparados?

 

Texto: Anna Alarcón @_annalarcon

Realización: Miguel Lozano Sánchez @miguel__sanchez

Imágenes: Lalo Venenoso e Instagram 

Agradecimientos: Hotel Only You Atocha