No sabemos qué tiene Malfada, pero cuando empieza a charlar, nuestro estrés parece disiparse como las nubes tras la tormenta. Ella es risueña, cercana y, para qué negarlo, indudablemente cool. Porque… ¿a quién le importa de dónde viene esta cantante cuando te consuela y te comprende con sus canciones?

Lo importante es que ella esté aquí, acompañándonos con sus cálidos temas que, esta vez, se han agrupado en un sugerente EP titulado Bailando sin sentido, menos Rotos, su propia canción del verano. Es hora de danzar -y con voces como la de Mafalda, podemos hacerlo con total libertad-. 

Te has instalado recientemente en Madrid, ¿qué te está pareciendo la ciudad?

Tenía pensando mudarme en marzo de 2020 pero pasó todo lo del coronavirus y, ya sabes... Me encanta Madrid, ¿cómo no me va a gustar? Madrid mola mucho. No es que me guste solo la ciudad, me encanta la comunidad artística que estoy conociendo en la que encuentro muchísima inspiración.

¿A quién has conocido que te haya inspirado? 

¡A mucha gente! Tengo una lista larguísima... Delaporte, Alba Reche, María José Llergo… Pero no solo en Madrid, en España hay un panorama musical brutal. A Rusowsky y a Sen Senra, no los conozco personalmente, pero me encantan.

A la hora de ahondar más en tu vida, nos hemos encontrado con que lo que más destacan en la gran mayoría de entrevistas es que eres una princesa, hija del príncipe Kyrill de Bulgaria. ¿Cómo te sientes cuando se remarca continuamente ese dato sobre ti? 

Es lo que hay. Es una parte de mi familia y yo siempre intento ver las cosas de una forma positiva. Cuando me llaman “la princesa cantante”, pues a mí me recuerda a las cantantes que yo escuchaba cuando era más cría como Britney, Christina Aguilera o Pink. 

Parte de ser una artista es aprender a procesar cosas como estas.

Con una vida rodeada de estímulos culturales, ¿por qué decantarse por la música?

Mi madre trabaja en el arte y, aunque mi padre no es músico, le encanta, y a mi abuelo igual. A través de ellos siempre he escuchado mucha música. Uno de los recuerdos que tengo es en Mallorca. Mi abuelo, nada más levantarse, ponía la radio o un álbum de música. Por eso puedo decir que la música siempre ha estado en mi vida de una forma u otra.

Al ir creciendo, empecé a escribir mi propia música. Supongo que era un camino que siempre he tenido que hacer. A lo mejor, si me llegas a decir hace diez años que iba a ser cantante, te hubiese dicho que no, que cantante no, pero sí algo relacionado con la música.

Estudiaste en la prestigiosa academia londinense Berklee. ¿De qué manera crees que la educación allí te ha influenciado musicalmente? 

La experiencia que viví allí fue única. La comunidad de gente que conocí me cambió la vida. Muchas de las personas que conocí por aquel entonces han podido formar parte del tema Bailando sin sentido y de otros proyectos anteriores. Durante aquella época, la música era algo constante, más allá de toda la parte teórica. Era un poco como en las películas rollo Fama, en las que formas tu banda y conoces a muchísima gente.

Este año has publicado Bailando sin sentido, tras tu debut con Daisy Chain. Los dos son clasificados dentro del género pop, pero uno con tintes más oscuros y otro más electrónica. ¿Qué diferencias destacarías tú misma entre ambos trabajos?

A mí me encanta cuando definían a mi música como dark pop. Ahora, seguramente a Bailando sin sentido no se le puede definir tanto de esa manera, pero sigue siendo pop y sigue siendo dark, aunque sea únicamente por mi propia esencia.

Muchas de mis canciones, aunque suenen positivas, tienen un lado oscuro. Me gusta pensar que es como esa sensación que se siente al estar aislado, al apartarse de todo para pensar. En Bailando sin sentido quería mostrar que también es importante explicar y mostrar por qué uno está triste. Tenemos que poder mostrar cómo nos sentimos y sentirnos como queramos. La alegría es importante y la tristeza, a veces, también.

Ahora parece que la tristeza está de moda… 

Creo que antes la tristeza era como tabú, la gente tenía miedo de mostrarla. No se trata de una moda, simplemente ahora estamos más cómodos enseñando cómo nos sentimos de verdad. A mí me gustaría que una persona, al escuchar mi canción, sintiera que no está sola y que hay alguien que la entiende. Es una manera, por así decirlo, de darnos cuenta de que nos comprendemos los unos a los otros.

¿De qué manera dirías que has cambiado desde Daisy Chain

Intento crecer y que la música crezca conmigo. En Daisy Chain la música era más para un ambiente tranquilo. En cambio, Bailando sin sentido, sirve para sacar toda tu energía, decir lo que sientes, sea lo que sea.

El último tema que he sacado, Rotos, es mucho más movido; me han dicho que es el más pop que he sacado. Esta canción responde a una necesidad de darse cuenta de que no podemos depender de otras personas y que debemos hacer lo que nos siente mejor a nosotros.

¿De dónde viene todo este subidón de energía?

Surge de una situación personal que estaba holding me back. La solté y, al volverme a sentir libre, salió toda esta energía de mí. 

¿Hablamos de malas relaciones? 

Sí, de ese tipo de relaciones de las que debemos salir empoderadas. 

¿Crees que las personas que formaron parte de las relaciones de las que hablan tus canciones se dan por aludidas?

Depende. A mí me ha pasado que una persona que no tenía nada que ver me vino a pedir perdón. Se ve que conectó con el tema y le entraron ganas de disculparse. Muchas veces la gente ni se da cuenta, y eso significa que no deberían estar en mi vida. 

«Lo que se ve, no se juzga» dices en Decir adiós. ¿Es difícil como cantante asumir las críticas? ¿Crees que a Mafalda se la juzga por su background en lugar de simplemente por su voz y su talento? 

Mentiría si te dijera que nunca leo las críticas. A veces pueden doler, pero intento no pensarlo demasiado y seguir hacia delante. Todo el mundo debe tener su opinión, claro que sí, pero nunca opinar de manera racista, homófoba, machista… No quiero ni escucharlas, ni deberían tolerarse en el mundo en general. Que, por ejemplo, digan que mi vestido es feo o cosas así, me da igual.

Por cierto, ¿por qué lanzar un tema como Rotos por separado?

Lo hice prácticamente al mismo tiempo que el EP, pero pensé que no formaba parte de la historia que quería contar con Bailando sin sentido. A mí el concepto de canción del verano me fascina, y aunque no creo que Rotos vaya a ser el nuevo Despacito, me hacía ilusión sacar mi propia canción del verano..

¿Cuál es la canción del verano más mítica para ti?

Me gustaba la de Summercat. Fíjate que yo he pasado todos mis veranos en Mallorca y la canción del verano para mí es eso, ir conduciendo por la isla escuchando música. 

Precisamente en Rotos mencionas que estás perdida. ¿Te sientes perdida de verdad? 

Ahora no. Ahora sé dónde estoy, qué estoy haciendo y adónde quiero llegar. Recuerdo el día que empecé a escribir esta canción, fue en noviembre de 2019 y parece tan lejano... Estaba muy perdida y confundida, literalmente, como dice la canción. Para mí, escribir es terapéutico, como seguro que te dicen muchos otros artistas. Roto me ha servido para dejar ir esos sentimientos negativos.

Tú, que apoyas mucho a jóvenes diseñadores, ¿qué papel dirías que tiene la moda en tu vida? 

Uno muy importante. La portada de una canción o lo que me pongo en un concierto o en un videoclip, es vital para mí. Por eso creo que debemos apoyarnos y darnos la mano. Me gusta ver que crecemos todos juntos y me alegra haber conocido a diseñadores interesantes que están empezando. Hay tantas historias… 

Recomiéndanos a algún diseñador que te guste especialmente...

Paloma Wool, seguro que la conoces. Pepa Salazar, Alejandre Studio…

¿Qué le depara a Mafalda el resto del 2021?

Tengo varios conciertos previstos para este verano. Uno es en Mallorca. Es la primera vez que toco allí, estoy muy emocionada. Y el año que viene toco en el Primavera Sound, ¡que también me hace mucha ilusión!

 

Texto: Juan Marti @sswango

Fotografía: Fabrizio Colque