Abhir Hathi lleva en la música desde 2018, pero acaba de sacar su nuevo álbum «Brown Boy», el más genuino y potente de su carrera. Abrazando sus raíces más que nunca, este nuevo disco irrumpe en la escena urbana nacional sin dejar indiferente a nadie. Sigue leyendo para descubrir todo lo que nos ha contado en exclusiva:
ABHIR HATHI: «Hablo de religión todo el rato»
Acabas de sacar tu álbum Brown Boy, sin embargo, este no es tu primer disco. Lanzabas «Lazos y Nudos» en 2021, ¿qué evolución ha hecho tu música desde ese primer trabajo hasta ahora?
Ha cambiado todo, desde el proceso a la hora de hacer las canciones hasta la mentalidad (que para mí es lo más importante). Estoy orgulloso de Lazos pero creo que «Brown Boy» es un proyecto más divertido. Mi prioridad ha sido reconectar conmigo antes de intentar conectar con el mundo exterior, y hacer un disco que me gustaría escuchar a mí en vez de pensar en la aceptación general. Es más fácil y se siente más ligero tomar riesgos así.
La estética de tu música también ha cambiado mucho. Ya solo la portada de «Brown Boy» nos muestra que has decidido potenciar tus raíces indias al máximo, ¿por qué?
Porque mi vida personal y profesional van conectadas, y en mi vida personal hubo un cambio muy fuerte. Empecé a abrazar más mi «otra» casa, mi sangre. Uno se va haciendo mayor y se va dando cuenta de cosas, y la más importante fue que no tengo por qué sentirme desplazado si no quiero, puedo ser de ambos sitios y ya. Mezclar mis raíces con el sitio en el que crecí y la música que escuchaba creciendo ha hecho que salga algo más puro.
A propósito, subiste un TikTok en el que escribes: «Me before realising I like being Indian» y adjuntas una foto antigua y una foto nueva del videoclip de «6 anillos». ¿Antes no te sentías tan cómodo con tus orígenes?
No tanto como ahora. Crecí en un molde, viví la niñez y adolescencia de un chico canario con momentos de chico de la India. Crecí entre canarios, empecé a hacer lo que amo con canarios y tuve que crecer un poco más para entender la riqueza de ser de dos sitios a la vez. Ahora es de lo que más orgulloso estoy. Es lo que ha permitido que me vuelva a enamorar de mi trabajo y que vuelta a sentirme como un niño pequeño en el estudio, pero esta vez sin complejo alguno.
De hecho, el primer track del disco es como un canto de paz, ¿no? Explícanos exactamente qué es y por qué decidiste incluirlo.
«Shanti» significa paz interior y el late motiv del álbum es «Hard Music for Calm Souls». Dentro de sentirme cómodo conmigo mismo, encontré una paz muy fuerte y, gracias a esa paz, empecé a vibrar alto y a emitir una energía muy fuerte. La nota con la que quise arrancar era de paz antes del caos que traigo a lo largo del álbum.
Sin embargo, la sensación general que transmite el disco, tanto del sonido como las letras, es de enfado y de poder. ¿Cuál es la premisa detrás de «Brown Boy»? ¿Qué quieres decir al mundo con este trabajo?
No vengo con un mensaje revolucionario para el mundo, la verdad. Toco política pero no es político, toco el amor pero no es un disco de amor. Es el disco que alguien que está disfrutando mucho ser quien es en espíritu y no según lo que parece que debe ser para los demás. Si en ese proceso y en esa forma de hacer las cosas hay alguien que se sienta representado, yo feliz, pero es simplemente un disco que necesitaba hacer porque me lo debía. Me debía hacer cosas sin pensar en complacer a nadie y me debía reenamorarme de lo que más amo.
Hay otra canción en el disco, «Yallah», que también adjuntas cómo se escribe en árabe al lado al igual que «Shanti», ¿hay alguna razón por la que estas dos canciones sean las únicas del disco con traducción?
«Brown Boy» no va exclusivamente con un trasfondo indio. Ni tienes que ser Brown ni tienes que ser Boy. Ahora, Brown Boy significa chico marrón y creo que a pesar de las diferencias que dice la gente que existen entre indios y musulmanes, hay conexiones muy bonitas también como la mía con Rachid. Hice eso para que se entienda que esto no es indio y ya.
Sabemos que has estado viviendo un tiempo en Londres. De hecho, en ocasiones en tus canciones mezclas el español y el inglés ¿esto se debe a tus influencias musicales o simplemente a tu estancia en la capital de Inglaterra?
La verdad que no es por mi estancia en Inglaterra sino porque me flipa la jerga americana y británica y la consumo día sí y día también. Como cuando un madrileño que se rodea de dominicanos dice «KLK». Se te pega, forma parte de tu cultura y de tu universo y ya está. Hoy es muy fácil mezclar cosas... es tan fácil como tener internet para entender.
Por cierto, ¿quiénes son tus referentes?
Mis referentes son mi abuelo, Virgil Abloh y Partynextdoor.
En la canción «ABEL» hablas en esencia de la fe en todos los sentidos y de encontrarse a uno mismo. Mencionas a Alá y a Jesús, ¿te sientes cómodo al hablar de creencias religiosas?
La verdad es que sí. Hablo de la religión todo el rato. Crecí en una casa indú y mis padres no me impusieron que fuera 100% religioso. Como ternera, mi pareja es de Motril, tengo un piercing, estoy tatuado y digo burradas en canciones. Ellos eligieron dejarme decidir, me aparté durante un tiempo de la religión y ahora estoy reconectando, de eso va Abel.
En este proceso de reconexión hablo sobre la fe todo el rato con todo tipo de gente. No entiendo por qué tiene que ser tabú si se hace desde el respeto y la empatía. No me considero 100% religioso porque creo en la fe y no la Iglesia, pero no significa que no respete a quien sí se apoya en la Iglesia.
Has colaborado con, probablemente, el canario más famoso actualmente: Quevedo y también con Cruz Cafuné. ¿Cómo surgieron ambas colaboraciones?
Tanto Carlos como Pedro son amigos. A Carlos hace ya 7 años que le conozco, se lleva con mi familia, yo con la suya... Y a Pedro hace 2, pero han sido suficientespara considerarlo un amigo. Todo surgió por amistad como prácticamente todas mis colaboraciones. La de Pedro la hicimos en Bilbao en febrero, en una casa estudio perdida en el campo, y la de Carlos la hicimos en el estudio de mi sello,«StepFamily», en septiembre.
Ambos son dos de los lápices más afilados que conozco. Son muy rápidos y son personas que me inspiran por su talento y humildad.
En «6 anillos» hay una barra que dice: «Me paran en la frontera al ver mi nombre». ¿Esta situación te ha ocurrido en la vida real?
Yo no creo en los controles aleatorios en el aeropuerto. El control aleatorio es un botón, al menos esa conclusión he sacado después de ser parado en la mayoría de los vuelos que cojo. Ya estoy acostumbrado a dar una impresión X.
Por curiosidad, la mujer que aparece en la portada de tu nuevo disco, ¿la conoces?
Esto te lo cuento cuando salgan los vinilos.
Actualmente la escena urbana en España está creciendo mucho y cuesta mucho diferenciarse, ¿cuáles crees que son los puntos fuertes que te hacen destacar entre el resto de artistas?
La verdad que se me da regular hablar de estos temas porque se junta con mi síndrome del impostor (y porque me parece raro). Mis puntos fuertes son que no siento que deba demostrarle nada a nadie y que no estoy firmado con una disquera que me obliga a sacar música, por lo que, todo lo que saco es porque me apetece.
¿Algo más que nos puedas contar? ¿Qué te depara el 2024? ¿Gira?
Voy a hacer una gira por España, 2-3 ciudades en México, Buenos Aires y quizás haya alguna sorpresa más... La verdad es que nunca he tenido tantas ganas de algo en mi vida. «Brown Boy» no se terminó el día que entregué o el día que salió. Siento que solo empieza.
La gira va a ser una película, el merch va a ser una bacanería y en 2024 voy a seguir en la brega. Un shoutout a toda la gente que lo ha hecho posible, en especial a la otra mitad del álbum, el productor y mi hermano Saint Lowe.
Texto: Alba Ramos @alba_rr22
Fotografía: @quietocarlos