A pocos días de que empiecen los carnavales, todos nos vemos abocados a acudir a las diferentes tiendas de
disfraces. Las largas colas nos hacen perder el Norte y en diversas ocasiones compramos lo más hortera de la tienda... Aunque también habrás sido de aquellas personas que a la hora de elegir has optado por el típico uniforme clásico, y como no, has sopesado las opciones de colegiala sexy y de policía (con pistola incluida). Eso sí, siempre pensando en reutilizarlo a lo largo del año con tu respectiva pareja en el fragor de una batalla sexual.
No seré yo quien me inmiscuya en las preferencias sexuales de cada individuo, pero siempre he visto de una forma banal lo de disfrazarse como medio para cumplir una fantasía erótica.
Leyendo un estudio de
sexplace.es en torno a las nuevas fantasías sexuales de los españoles me sonrojo al comprobar que me siento identificado: “
Hoy en día siete de cada diez personas reconocen que les resulta más morboso fantasear con compañeros de trabajo que con personajes públicos como actrices, cantantes o deportistas, entre otros”. La revolución sexual 2.0.
Y mi imaginación suele volar hasta límites insospechados, ¿A quién no le ha ocurrido eso de bajarse a fumar y encontrarse con ese banquero de la oficina de al lado y humedecer el cigarrillo al día siguiente? CULPABLE.
Ese mismo estudio también nos hace un ranking con las 5 relaciones por fantasías y profesiones, así que yo por si acaso me quedo con la copla:
- En la cima del ranking nos muestran nuestra tendencia ascendente a la política. Como si de un pacto con el mismísimo Morfeo se tratase yo me niego en rotundo a tener una fantasía sexual con la coleta de Pablo Iglesias. Otro cantar sería Borja Sémper. Dicen que el poder corrompe…
- Ir a Massimo Dutti, todos los dependientes bien vestidos y con esa sonrisa profident que te aconseja en cada decisión de estilismo. Si, esto a los españoles, nos pone y mucho.
- En tercer lugar aparecen esos discípulos de Temis, o lo que es lo mismo, los abogados. El maletín, la toga, el argumento de defensa y el don de la palabra hacen que nuestra sangre bombee mucho más rápido de lo normal.
- Eso de jugar a los médicos baja muchas posiciones en el ranking. La última vez que acudí al doctor salí escopetado. También puede ser que las batas blancas no me seduzcan en absoluto. Me lo trataré, pero solo con libros de autoayuda.
- Por último, esa situación cada vez más extendida en la generación
millennial, las
cenas de empresa o de navidad donde dan rienda suelta (gracias a algún que otro elixir) a sus más bajos instintos.
Como no podía ser de otra manera finalizo estas letras recordando uno de mis mantras:
“No es el sexo lo que nos da placer, sino el amante.”
Grabaoslo a fuego.
Pablo Aragón - @aragon_pablo
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