Ibiza es el paraíso. Una isla que en verano permite conectar con todo el mundo y que en invierno, sin embargo, invita a la desconexión.
Si durante la temporada estival la pitiusa se convierte en el punto de referencia para millones de personas que buscan encontrar experiencias únicas e inolvidables, en los meses más fríos del año, su paisaje abrazado por aguas claras se aleja del frenesí veraniego y orbita a un ritmo más tranquilo, algo que, unido a las agradables temperaturas que la acompañan en esta época, la convierten en el mejor destino para perderse durante las primeras semanas del año.
¿Hotel de lujo o villa con encanto?
La oferta para hospedarse en la isla blanca es incuestionablemente excelsa, desde los hoteles caracterizados por su bombástica producción musical, como el Ushuaïa Beach Club, hasta los de cariz rústico como el agroturismo Atzaró. Pocos, sin embargo, cuentan con la privilegiada ubicación del Gran Hotel Montesol de Ibiza, en el centro histórico de la ciudad - Paseo de Vara de Rey,
Desde que en julio de 2016 este histórico Hotel reabriese sus puertas ha conseguido enamorar de nuevo y lo que es más notable, hacer partícipes a quienes lo visitan de un exquisito ambiente renovado que se percibe nada más atravesar las emblemáticas puertas de un edificio con fachada colonial declarado por la Unesco “Bien de Interés Cultural”.
La historia del Montesol cuenta, desde su inauguración, con sensacionales anécdotas y recuerda con orgullo la visita de personajes célebres como Orson Welles, Pink Floyd o Grace Kelly. Ahora, las inconfundibles personalidades de aquella época dorada dan paso a otra, la nuestra, la de una moderna clientela que busca, por encima de todo un concepto: el nuevo lujo. Un placer que no es, ni más ni menos, que el de disfrutar de sus inmejorables vistas a Dalt Vila, su espectacular gastronomía o su exclusivo servicio concierge personalizado.
Por su parte, si lo que se busca es sentirse como en casa, otra opción, es optar por el alquiler de una villa. Aunque el abanico de posibilidades también es innumerable, pocas pueden, como Villa Amador, hacer gala de un ambiente con encanto y personalidad.
La casona es el refugio en el que se dejan ver los influencers que mejor conocen ésta isla mediterránea, como Miranda Makaroff o Miguel Carrizo, algo que no extraña si se tiene en cuenta que la casa se ubica dentro de una parcela de 1.500 metros cuadrados rodeada de espacios verdes y una atmósfera muy relajada. Su sofisticada decoración articulada en torno a los elementos autóctonos permite, sin salir de casa, hacer un recorrido por los orígenes isleños.
¡Buen provecho!
Si lo que se busca es degustar la ensoñación culinaria más laboriosa, la comida fusión de Zela o la experiencia que ofrece Sublimotion son las mejores alternativas. Aunque, ahora que las temperaturas del invierno invitan a disfrutar de la gastronomía en una terraza, lo mejor es dejarse ver por Croissant Show y probar sus suculentos sandwiches o degustar sus ostras con champán o, tal vez, lo más apetecible sea disfrutar del Café Montesol, un bistró mediterráneo que ofrece un atento servicio all-day-bar, en el que se puede desayunar, tapear, comer, cenar y degustar ese delicioso cóctel que abre la puerta de la interminable noche ibicenca.
Moda con espíritu libre
Si hay una mujer en el mundo de la moda ad lib que puede presumir de vender en Harrod´s o contar en la primera línea de sus desfiles con la presencia de personalidades de la moda como Naty Abascal, Clara Courel o Nono Vazquez, esa es, únicamente, Charo Ruiz.
La creadora de origen andaluz se impregnó de las ansias de libertad que aclamaba la isla en los setenta y hoy, convertida en un referente de la moda ibicenca, la revive en exquisitas colecciones crucero que revisitan, desde una nueva perspectiva, los elementos tradicionales de la indumentaria ibicenca. En su tienda, ubicada en el mítico paseo de Vara de Rey, puedes comprar una apetecible selección de prendas que refuerzan la idea de la feminidad, con tejidos sugerentes y delicados acabados ¿los preferidos por las vips? los marcados por imponentes transparencias y estratégicos escotes que subrayan la idea de que enseñar no siempre está de más.
Más recóndita es la ubicación del caserón en el que World Family vende los artesanales diseños que confecciona a partir de elementos de artesanía que recopilan en sus viajes alrededor del mundo. Su particular forma de entender la vida, colorista y desprejuiciada, se plasma en una nutrida selección de vestidos, blusones, kaftanes o grandes collares que braman jovialidad.
Bruno Fabra -
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