Para qué nos vamos a engañar: a las mujeres las ha tratado mal la comedia televisiva. O han sido el contrapunto soso y cascarrabias, o la hija "pilingui" o la compañera sexy del trabajo que da sentido a cada ducha matinal. Y en las series en las que por fin las hacían asumir un papel principal de los de verdad, siempre que abrían la boca nos parecía ver un letrero sobreimpresionado diciéndonos: “Eh, gente, es una mujer haciendo chistes. ¡Atención!”. No han pasado de ser clichés con tacones. En el mejor de los casos se pretendía cierta naturalidad y se las hacía pronunciar frases directas, de forzado humor natural. El problema era que las bromas seguían pensadas para un hombre y eran del tipo “¿Quieres saber lo que tengo entre las piernas?”, pero con el espectador imaginando una vagina en lugar de un pene (no es un texto exacto, pero el espíritu se entiende).
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Entonces llegó
Tina Fey y a través de una comedia desquiciada como
“30 Rock” consiguió convertir a la cuarentona de ropa interior gris, batamanta y afición desmedida por el queso y las patatas fritas, en un objeto de comedia. Y era (y es) muy, muy gracioso. Porque hay verdad, como en todo lo que es verdaderamente gracioso. En
“Sexo en Nueva York”, sin embargo (la serie cuya parte cómica se ensalzó por mostrar a mujeres-siendo-mujeres), no hay más que fraude. ¿Quieres partirlo en la ciudad sin dejar de ser fabulosa? No es así de fácil. De hecho, no va a suceder. Por eso sentimos muy dentro a
Hanna (protagonista de “Girls”) cuando, después de que sus padres le digan que no van a darle ni un duro más y que si quiere vivir en
Nueva York y ser escritora que se lo pague ella, responde: “¿Sabéis lo loca que está la economía ahora mismo?”, y añade: “Estoy muy ocupada en el trabajo, intentando ser quien soy”. El trabajo consiste, en realidad, en haber sido una becaria sin importancia durante mucho tiempo. Y su vocación de “ser escritora” pasa por cuatro folios y una vida un poco lamentable, en lo social y en lo sexual.
A partir de ahí se despliega
“Girls”, la comedia de la
HBO dirigida, escrita e interpretada por
Lena Dunham, una veinteañera que refleja una época y a cierto tipo generacional (que en España iría un tanto más allá de los treintañeros) a través de un grupo de cuatro amigas de Nueva York cuyo camino no parece ir hacia una sólida identidad adulta. Acaba de empezar, pero hay que verla. Porque tiene verdad. Y te ríes. Y ni siquiera te tienen que caer bien las protagonistas. De hecho, dan entre asco y rabia. Igual que tú.
Por Daniel López Valle
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