Es difícil no engancharse a "Homeland", una serie adrenalítica que maneja la tensión y los cliffhangers como pocas. Es difícil no volverse adicto a las frenéticas y turbulentas aventuras de la impulsiva agente de la CIA Carrie Mathison y el atormentado exmarine Nicholas Brody, probablemente una de las parejas más desesperadas y desesperantes de todos los romances televisivos. Es difícil no coger cariño a unos personajes en permanente peligro de derrumbe y soledad que intentan obedecer a sus conciencias en un mundo que amenaza con estallar en mil pedazos. Es difícil no pensar que el gran Mandy Patinkin roba el show cada vez que aparece, pese a las premiadas interpretaciones de Claire Danes, Damien Lewis y compañía. Es difícil escribir algo novedoso sobre la que, desde 2011, es una de las series del momento, como confirman los Emmy y Globos de Oro que ha recibido, entre otros premios.

 Un éxito más meritorio de lo que parece, ya que "Homeland" tiene entre sus grandes atractivos uno de sus mayores handicaps, puesto que nos remite a ese mundo que ya hemos visto antes en películas ("Syriana", "Red de mentiras", "Green Zone", "Zero Dark Thirty"…), libros ("Contra todos los enemigos", "La guerra eterna", "La guerra en las sombras"…)y series ("The Unit" y, especialmente, "24"); el mundo de quienes luchan contra los enemigos de la libertad, ya sean terroristas yihadistas o políticos encorbatados, aun a costa de sus propias vidas (literal o figuradamente).

 Hablando precisamente de la mítica serie de Jack Bauer, las conexiones entre "24" y "Homeland" van más allá de la compleja lucha antiterrorista o de jugar con el pulso del espectador descarada e inteligentemente. Pese a estar inspirada en la serie israelí "Prisioners of war", es difícil obviar el hecho de que Howard Gordon y Alex Gansa, creadores de Homeland, fueron también dos de los padres de 24. La acción vibrante, los giros inesperados, el suspense, la tensión, la mezcla de conspiraciones terroristas y políticas…todo en "Homeland" recuerda a "24" y, lo que es aún mejor, lo supera.

 Así, con la tercera temporada a punto de emitirse y la segunda (magistral) ya a la venta en España, todos sus seguidores estamos impacientes por descubrir qué será lo próximo, qué les va a suceder a los protagonistas, qué nuevas amenazas tendrán que superar, quiénes vivirán y quiénes no en un mundo en el que la paranoia ha sustituido a la tranquilidad; en el que la mayor certeza es no dar nada por seguro; en el que cualquier tipo de lealtad se tambalea constantemente; en el que el miedo es más probable que la felicidad; en el que el terror más atroz nace de la más íntima inseguridad; en el que la locura es quizás el mejor remedio para sobrevivir. Y es que "Homeland", pese a ser ficción y entretenimiento, toca temas que asustan más aún que cualquier plan del terrorista Abu Nazir por estar cerca, muy cerca, de nuestra vida real.

Javier Crespo Cullell

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