Aunque vaya de modesta perjurando que donde mejor se lo pasa es en el regazo de su sofá engullendo realities por la tele, y que tiene su Oscar guardado en el armarito del baño, junto al esmalte de uñas y los rulos, no nos lo tragamos:
2013 está siendo el año de Jennifer Lawrence, y más tonta sería ella de no disfrutarlo y exprimirlo al máximo, porque ya se sabe cómo van los bandazos de la fama y la celebridad en Hollywood-Babilonia. Aún recordamos cúando, a principios de 2012, la Warner la trajo a Madrid para promocionar una película llamada
“Los juegos del hambre” que, a la chita callando, se estaba convirtiendo en un fenómeno de masas enfervorecidas y con acné al otro lado del charco.
"Los juegos del hambre: En llamas"
La jovencita Jennifer, que ya había intervenido en filmes de culto como
“Winter’s bone” (su primera nominación al Oscar) y
“Lejos de la tierra quemada”, e incuso había metido el pie en una franquicia mega taquillera como “X-Men” con su “Primera generación”, se mostraba tímida, educada y hasta modosita ante la prensa, aunque escondía un duende que acabaría eclosionando muy poco tiempo después.
Un Oscar (algo justito, pero en fin) por hacer de adorable loca en
“El lado bueno de las cosas” y un par de estrenos de primera categoría y con Bradley Cooper dentro (
“Serena”, dirigida por Susanne Bier y la nueva de David O. Russell,
“American Hustler”) son la perfecta tarta de un año único, aunque la guinda la pone el estreno estrella de esta semana: la segunda parte de “Los juegos del hambre”,
“En llamas”. Una continuación estricta de la “ginkana” glam que dejó boquiabierto a más de uno y en la que la actriz volvió a poner de moda la dieta de ardilla (recuérdese “Winter’s bone”). Francis Lawrence (“Touch”, “Soy leyenda“) coge la batuta con fuerza y energía en esta secuela que sigue la peripecia de Katniss Everdeen después de ganar los 74º Juegos del Hambre, y mientras se barrunta una rebelión en el Capitolio.
Nuevas caras (el gran Philip Seymour Hoffman), viejos conocidos (Stanley Tucci, Woody Harrelson y los zagales Josh Hutcherson y Liam Hemsworth) y mismo maquillaje extremo redondean uno de los contados casos en los que una secuela está a la altura, o incluso supera, a su antecesor, según la crítica USA, que la tacha de “más grande, más ágil, más valiente y más inteligente” que la primera. Y
Jennifer Lawrence, más épica, batalladora y rotunda que nunca. Ha nacido una estrella, amigos. Y con solo 23 añitos. Mejor que vaya reciclando botes de laca del armario por si tiene que hacer hueco para otro Oscar.
Paul Vértigo
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