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lega a las pantallas el “rookie del año” del cine español: una historia de amor distanciado que sirve como radiografía de las mentalidades masculina y femenina y del tiempo en que vivimos.
Cuarta recomendación consecutiva de una película española como “estreno de la semana” y, desde luego, esta vez no había dudas, a pesar de otros pesos pesados como el todopoderoso “Godzilla” o la emotiva “Nueva vida en Nueva York”.
Pero “10.000 KM” es mucho “10.000 KM”. No sólo por haber arrasado en el Festival de Málaga como pocas veces se había visto en la historia del certamen, o haber logrado ser la única película no norteamericana en la sección oficial del South by Southwest (SXSW), llevándose incluso dos premios al mejor actor y la mejor actriz. Es que esta ópera prima de Carlos Marques-Marcet tiene algo que cada vez se ve menos en una pantalla grande: alma, honestidad, transparencia y, a pesar de tratarse de un romance transoceánico vía Skype, cercanía.
El argumento se puede resumir en un telegrama de los de antes: una pareja barcelonesa, estable y hasta con ganas de ser padres, decide poner tierra y océano de por medio al recibir ella una beca irrechazable para trabajar en Los Ángeles en lo que le gusta (rollo fotográfico y artístico chic). Y, ya se sabe, aunque ambos se quieren mucho, mantienen contacto diario, “en verano voy a verte” y “un año pasa volando“, el cambio de escenario y, sobre todo, el cambio de chip de ella al dejarse deslumbrar y seducir por la ciudad de las estrellas (y la actitud, entre mártir resignado y levemente calzonazos, de él) hace que la sólida relación se vaya licuando poco a poco.
Con estos escuetos mimbres, y no pocos aliños autobiográficos, Marques-Marcet consigue una metáfora del amor en los tiempos del colirio (por tener los ojos pegados continuamente a la pantalla de un ordenador) que llega directa al corazón del espectador, sea joven o veterano: “Ésta es una historia de nuestra época actual. O para ser más exactos, fragmentos de una historia de nuestra época. Trozos de vida que retratan el drama que mucha gente de mi generación vive, ha vivido o vivirá. Una historia que, en la era de la globalización, es necesario volver a explicar: el amor en la distancia. Fragmentos de un amor fragmentado”, explica el cineasta.
Evidentemente, la gran baza de “10.000 KM” reside en el trabajo de su dúo de actores: Natalia Tena, que prácticamente debuta en el cine español después de haber intervenido en la saga “Harry Potter”, e incluso en “Juego de tronos”, y David Verdaguer, curtido convenientemente en teatro (Lliure) y televisión (“Crackòvia” y “Polonia”). Ambos se dejan la piel y las entrañas para convertir a Álex y Sergio en personajes de carne y hueso, con todos sus matices emocionales, dramáticos, sensuales (atención al arranque del filme, que derrite todos los poros de la pantalla) y hasta humorísticos (ojo a la escena en la que ella aprende a “cocinar” a distancia) posibles. Algunos hablan de la nueva “Stockholm” del cine español 2014. Seguramente se equivoquen: ésta es mejor.
Paul Vértigo
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