S
i acudes a un festival de la vieja escuela como el FIB por primera vez, seguro que algo puedes aprender... Aquí, nuestras conclusiones.
Este año, quien suscribe asistió al
FIB envuelta en una mezcla de prejuicios y ganas de pasarlo bien. Prejuicios porque, con el boom festivalero/indie de los últimos años, la imagen del veterano show de Castellón estaba un poco tocada (al menos en mi cabeza) Ganas de pasarlo bien porque, después del frío y la lluvia de citas como la del
PS14, lo que más apetece es bailar bajo el sol sin ningún tipo de complejos.
Las expectativas, afortunadamente, sólo se cumplieron en parte y de lo acontecido entre baile y baile, se extraen algunas lecciones:
1. Lo mainstream puede molar
Y si no, ahí está
Lily Allen para demostrarlo. Su concierto, petado. Sus fans (y los que no lo somos especialmente), encantados. Toco lo que tenía que tocar, sonó bien y demostró que merecía la pena disfrutar de sus hits. Aunque puede que la emoción se viva más intensamente porque no canceló por tercera vez su actuación en el FIB...
2. No todas las divas son iconos de estilo
Y si no, ahí está
Lily Allen para demostrarlo. Sí amigos, a pesar de haberla alabado en el anterior punto, no podemos pasar por alto su "chonismo" poco cuidado... ¿Será para mimetizarse con lo menos granado de la comunidad "guiri"? ¿O sencillamente su estilista es su peor enemigo?
A ver, nos encanta que este festival sea anti-postureo. Pero eso no justifica salir enrollada en una cortina o con unos calzones que sientan tan mal que hasta tienes que comentarlo a micro abierto con tu público.
3. Si vuelves a tocar porque necesitas cash, piénsatelo dos veces
Es nuestra recomendación para los
Libertines, que sonaron más bien poco y mal. Si lo que quieres es hacer caja, Pete, vuelve a los tabloides ingleses. "Están tocando de oficio", comentaban algunos asistentes a su desafinado concierto... Aunque se esforzaron por perforarnos el tímpano, no fueron capaces de atravesarnos el esternón con ningún acorde. ¿Su mayor logro? Hacernos recapacitar sobre el paso del tiempo y sobre el estrecho vínculo que une música y drogas de forma ¿inversamente proporcional?
Menos mal que para rebatir lo primero estuvo el gran
Paul Weller y unos fantásticos
Manic Street Preachers.
4. Se puede pinchar pensando en el público
Y de eso saben un rato en el FIB. Ya rozan los 20 años de show y sus veteranos djs han descubierto que, pasadas las 2.00 de la mañana, lo que peta son los brit-hits porque los que se los bailan son más British que nadie. Pero, incluso cuando eres más española que la sevillana de Whatsapp, tipos como
Toxicosmos o
Sunta Templeton te hacen desgastar las zapatillas en la explanada del FIB hasta quedar KO.
¡Basta de Djs que pinchan para sí mismos!
5. Olvídate de la dieta
Porque no hay nada mejor para reponer fuerzas y forrar el estómago para los hectolitros cervecero/festivaleros que la grasa y los hidratos. Seamos francos, a 30 grados y con un 90% de humedad... ¿Quién demonios quiere sushi?
Por
Lucía Pardavila (@soylua)
Imágenes:
Victoria Moyano (Miss Personal Chopped)
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