La nueva novela de
David Monteagudo, el autor de
"Fin", se llama
"Marcos Montes" y habla de unos mineros atrapados a muchos metros de profundidad. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
La historia de
David Monteagudo es una de esas dignas de ser narradas. Publicó su primer libro bien entrado en la cuarentena. Se trataba de
"Fin" (
Acantilado, una editorial poco acostumbrada a tratar con cuestiones de "género") y se convirtió en un éxito de ventas que puso de acuerdo a crítica y público. Antes de ganarse el pan escribiendo, David trabajaba en una fábrica y aprovechaba la soledad del trabajo mecánico para abstraerse en sus pensamientos. Las abstracción dio sus frutos en la forma de las ocho novelas que asegura descansan en uno de los cajones de su escritorio.
Uno de esos escritos es éste que ahora se publica,
"Marcos Montes"-de nuevo en Acantilado- bajo la forma de su segunda novela. La historia de Marcos Montes es la de un minero reflexivo -una especie de alter ego del autor- que queda atrapado bajo tierra tras un alud, junto al resto de sus compañeros. El autor asegura que cualquier parecido con el último hit de los informativos es mera coincidencia. Como en su primera obra, la prosa de Monteagudo es clara, concisa y acertada. La historia, como en "Fin", recorre varios géneros sin habitar ninguno de ellos y acaba desembocando, y aquí difiere de la anterior en la que el desenlace era un abstracto infinitivo, en un final sorprendente al más puro estilo Shyamalan. Lo más importante en "Marcos Montes" es que juega a escribirse con letras de oro sin dejar de lado al gran público, se devora y, sobre todo, deja un poso importante y los suficientes (y siempre necesarios) cabos sueltos.
Por José Ganga.
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