De vez en cuando aparece algún elemento prodigioso en la pantalla que hace que media industria y buena parte del público se detenga y quede paralizado ante lo que sabe ya es un fenómeno, antes incluso de que se haya creado nada. Le bastó al rey del videoarte Steve McQueen con el papel que hizo en “Hunger”, para convertirlo en su actor fetiche y tenerle de nuevo ahora ocupando cada uno de los planos de su última película, “Shame”; también fue suficiente para los fans de Tarantino con sólo diez minutos de metraje en “Inglourious Bastards” para que esa escena quedara eternamente grabada en sus retinas; y tampoco la crítica, ni una larga lista de directores entre los que está David Cronenberg, Ridley Scott o Jim Jarmush, le han dejado ni le van a dejar pasar de largo. Ser capaz de construir la línea de trabajo o de proyectar la imagen que Michael Fassbender proyecta, parece algo que sólo podría ser concebido tras un planear concienzudo. “Creo que es así como me gustaría que funcionaran las cosas, pudiendo elegir cierta imagen, decidiendo tu camino, pero muchas veces es cuestión de tiempos y de suerte”, afirma él durante nuestra entrevista en el Festival de San Sebastián. “Yo empecé trabajando en televisión, haciendo pequeños papeles que eran siempre de personajes bien marcados. En vez de estar constreñido dentro de un rol de hombre heterosexual medio, tuve la suerte de que me ofrecieran personajes ‘con algo’, lo que supongo me permitió después introducirme en los papeles que he realizado fuera de la televisión. Y, poco a poco, empezaron a llegar los directores de cine y todo fue muy fácil, se convirtió en algo así como ‘este director es increíble, mi personaje es fascinante y la historia es muy buena’. Sé que esta es una posición muy privilegiada pero ocurrió así como si nada, como si se tratara de una evolución o de un proceso natural. Nunca me he parado a pensar eso de ‘mi próximo papel debería ser éste o aquel’, todo ha ocurrido un poco sin querer”. Así fue, tras su irrupción en el cine taquillero norteamericano con “300”, llegó Françoise Ozon con “Angel” y, al poco tiempo, el que ha sido su mejor compañero de trabajo, Steve McQueen, le ofreció dar vida al conocido miembro del IRA, Bobby Sands, en un filme que les valió las mejores alabanzas en Cannes. “Nuestro encuentro fue cosa del director de casting Gary Davy. Él me dijo: ‘Oye, deberías conocer a este tipo, creo que puede interesarte y que eres la persona adecuada para el papel’. Y conocí a Steve y me sorprendió, me pareció un hombre realmente fascinante, un hombre verdaderamente honesto, y pensé que seguro iba aprender mucho de él. Así que hice un casting para el papel y finalmente me pidieron que lo hiciera”. Empezó de este modo una relación de esas tan especiales que sólo surge de cuando en cuando entre un actor y director, como pasó con Werner Herzog y Klaus Kinski, Jacques Demy y Catherine Deneuve o Scorsese y Al Pacino. “Es algo que me fascinaba cuando empecé, ese vínculo que les unía. Algo que realmente deseaba poder llegar a tener con alguien. Resulta increíble poder trabajar con un director cuando hay tanta química, con alguien como Steve, que se mueve completamente en mi misma onda. Además, uno por sí mismo sólo puede alcanzar cierto lugar, llegar a descubrir ciertas cosas. Si estás solo siempre tienes unas limitaciones; sin embargo, si sois dos o sois tres, y hay una colaboración que funciona bien, si trabajáis bien en conjunto y sois capaces de ayudaros, se produce una situación, una experiencia, realmente emocionante y enriquecedora”, continúa Fassbender. “Cuando empecé me parecía algo inalcanzable. Tenía 17 años cuando decidí que esto era a lo que me quería a dedicar. Estaba en el instituto y vinieron a dar unas clases de teatro, unos cursos de drama y de comedia. Tras completarlos me dije: ‘vale, esto es lo que quiero hacer’. El teatro fue mi introducción a este mundo. Reuní a un grupo de amigos y empecé mi propia compañía y la primera obra que llevamos a escena fue ‘Reservoir Dogs’”. Ya dejaba entrever entonces sus capacidades privilegiadas: “Yo hacía de Mr. Pink, mientras que también me encargaba de dirigir y producir la pieza". Fotograma de Jane Eyre Ésa fue probablemente la mejor manera de aprender que tuve sobre todo este negocio, y también la experiencia me enseñó que con entusiasmo y trabajo duro, las cosas acaban saliendo. Después de eso hice un curso de teatro en Cork durante un año, salté de ahí a otro en Londres y nada más terminar hice ‘Las tres hermanas’, de Chéjov. De ahí al festival de Edimburgo y… Dios mío, creo que me estoy excediendo, no podría haber respuesta más larga y más aburrida. Perdona”. Tras soltar una carcajada sigue hablando de su aproximación al teatro pero reconociéndose mucho más influido por el cine. “Era un consumidor voraz, solía ver un montón de películas. No sé qué ha ocurrido estos últimos años, no he visto tantas, quizá porque he estado bastante ocupado, no sé… Recuerdo que alucinaba con Marlon Brando, Robert De Niro, Al Pacino… También Sean Penn y Daniel Day-Lewis eran o son de mis favoritos. Ahora creo que quizá lo sea Javier Bardem, me parece increíble su trabajo”. Cuando le preguntamos por el director con quien le gustaría poder trabajar contesta firme que los hermanos Coen, aunque añade riendo “pero ahora mismo no me preguntes por mis planes de trabajo futuro, estoy de vacaciones, estoy recorriendo Europa en moto con mi padre, así que solo pienso en disfrutar lo que me queda…”. Por Maialen Arranz. Fotografía Antonio Macarro. A la espera de que se estrene "Shame" y "Jane Eyre", Michael triunfa con "Un método peligroso", la última película de David Cronenberg. Os dejamos con el trailer: [youtube]https://www.youtube.com/watch?v=llE8T26chLU[/youtube] SI TE HA GUSTADO LA ENTREVISTA A MICHAEL FASBENDER, DESCUBRE: - BENJAMIN DUKHAN, IT BOY

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