”¡No va publicitar algo que realmente no pueda ponerse!”, comenta la agente de Gabby, a regañadientes y con aire de estrés fatal y fingido mientras nos observaba con el aire de las personas que intentan aparentar que podrían manejar las acciones de una petrolera como el que resuelve un juego del Playskool. ”Me da vergüenza preguntarle, no puedo”, zanja. Realmente sólo queríamos que sostuviera dos bolsos brillantes de Marc Jacobs para que la fotografía fuera más divertida. Para mostrar a Gabby tal y como ella, entre cervezas y batidos de chocolate (de alguna manera se las arreglaba para alternar las dos bebidas haciendo que parecieran una saludable “smoothie”), nos había comentado que le gustaría aparecer, días atrás en una fiesta. El agente del director de la película, Lee Daniels -primer productor afroamericano en ganar un Oscar por “Monster Ball”-, negaba con la cabeza apoyando a su colega con una solidaridad que se juzgaría poco fiable fuera de los focos. Las coordinadoras de las agencias de comunicación intervinieron entonces, en una discusión de disparos cruzados que duró unos minutos. Queda claro que el sistema de Hollywood es una verdadera industria con su propia lógica, alejada de la dinámica mucho más personal del cine europeo. Después de revolverme como un pescado en una red, pude avanzar. De repente, llenando la habitación con una presencia inevitable, me encontré con Gabby. Tres asistentes la acicalaban y se encargaban de las uñas, el pelo, los labios... y de los pómulos, con una enorme brocha cuyo movimiento recordaba al de una antigua catapulta desplazando el pigmento del maquillaje. A pesar de todo, Gabby se las arregló para sonreírme, guiñándome un ojo para luego volverse a sumergir en uno de sus poderosos mofletes.Gabby nació en Brooklyn, de madre americana y padre de origen senegalés, algo que refleja su poderoso color negro. Su madre, Alice Tan Riddle, está muy integrada en la comunidad, es cantante de gospel y r n’ b, y se ocupó de su familia tras su divorcio trabajando en educación especial y actuando en el metro. De hecho, si se teclea en youtube  “Alicetan Ridley & Ricardo 34th St NYC”, aparece un vídeo de ella cantando en el metro de Nueva York. Su padre, Ibnou Sidibe, conductor de taxi, despareció tras el divorcio que desencadenó la mudanza de Gabby al barrio de Harlem, donde creció y donde hoy mantiene su domicilio. GABBY, UNA GRAN ACTRIZ Gabby se siente bien con su físico, es algo que se nota. Nunca posa exageradamente y tampoco se esconde. Se siente orgullosa de engrosar la lista de celebrities que a golpe de curvas defienden su sensualidad, como la no menos polémica Beth Dito. Según sus propias palabras, “el poder contribuir a que miles de adolescentes puedan mirarse al espejo de una manera natural me parece algo que sólo pueden trasmitir aquellas personas que realmente lo sienten. Hubo un momento de mi vida en el que yo pensaba que todo estaba mal... Afortunadamente, pasó y cuando me miro al espejo me veo a mí misma. No necesito o espero nada más, creo que esto se debe a que he madurado, me siento más libre”. Cuenta, en un tono que desvela su procedencia de un entorno espiritual, que cree en lo simbólico, que su papel en “Precious” es, simplemente, parte de su destino. Nunca imaginó, mientras desarrollaba sus estudios de psicología en el Mercy College y trabajaba en una compañía de teleoperadora, que su decisión de presentarse al casting que convocaron para la película iba a dar buen resultado. “En ningún momento pensé que me lo fueran a dar a mí”. Simplemente se dejó llevar y sobrevoló sobre 400 chicas a las que Lee Daniels revisó con precisión hasta que dio con Gabby. Ella recuerda perfectamente la primera vez que vio la película con todo el equipo y confirma que al principio sintió que había dos personas diferentes: una era Precious y otra, ella. “Lo que no puedo negar es cierto vértigo a la hora de verme envuelta en un mundo al que antes sólo accedía apretando un botón en el mando a distancia o abriendo una revista. La puerta se abrió y viví un sueño rodeada de muchos de mis ídolos”. Gabby sigue conservando a sus amigos del Crystal Hawthorne, los de toda la vida, desde 5º curso y no pretende cambiar en absoluto por el hecho de tener una carrera como actriz que ya empieza a forjar, al haber acabado “Yelling to the Sky”, su segunda película, rodada bajo el sello de Sundance Lab, de Victoria Mahoney. Por Pedro Canicoba. Fotografía de Antonio Macarro. Si quieres leer el resto de la entrevista hazte con el número de febrero de Vanidad, ya en tu quiosco. SI TE HA INTERESADO ESTE ARTÍCULO, VISITA: -MARÍA VALVERDE.

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