Con esa cara de pasmado y orejas despegadas,
Henry no pasó desapercibido para Spielberg en el casting de “E.T. El extraterrestre”. El éxito fue y es increíble. La combinación de niño acarajotado y alienígena de parecido borbón, sigue conquistando los corazones de los niños hoy en día. E imágenes como la de Elliot en la bicicleta con el cesto atiborrado de alienígena surcando el cielo ante una luna sobredimensionada, es una referencia visual imprescindible de la historia del cine.
La interpretación de Thomas en la película llevó a pensar al público y a la crítica que sería una cara bastante recurrente en la pantalla en los posteriores años. Nada más lejos de la realidad. La década de los ochenta la dédico a terminar de formarse en la escuela “como dios manda”, alternando la docencia con títulos de minúsculo interés como “
Elliot, mi mejor amigo”, traducción un tanto especial de “
Misunderstood”. Pero en 1989 aparece en “
Valmont” de Milos Forman. La suerte se quiebra ya que la cinta quedó completamente eclipsada por “
Las Amistades Peligrosas”.
La década de los 90 lo metió de lleno en la televisión protagonizando varias películas. Entre los telefilms cabe destacar su papel de Norman Bates en “
Psicosis 4: El comienzo”. Pero en 1994 vuelve a la gran pantalla acompañado de Anthony Hopkins y Brad Pitt en “
Leyendas de Pasión”, película mundialmente reconocida. Pero ni con esas volvió a la fama que vivió de pequeño.
En los 2000 también llegaron regalos vacíos de fama como “
Gangs of New York”. Pero para él no todo era el cine, y el gusto por la música le llevó a intentarlo con la banda “
The Blue Heelers”, que nació y murió a mediados de los noventa. También interpretó y compuso los temas principales de la cinta de
Mika Kaurismäki “Honey Baby”, que además protagonizó.
Ahora sigue cogiendo pequeños papeles que no le dan lo que el bloque de carne marciana de ojos grandes y largo cuello fue capaz de darle. Le dio fama, amor, casa, teléfono y hasta una vuelta por los cielos. Pero el marciano marchó y se llevó consigo el futuro del éxito que parecía apuntar con el dedo.
Raúl Rustarazo
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