Carmen Villain no vivió los gloriosos años del underground neoyorquino ni conoció sus devastadoras consecuencias. Tampoco mantuvo una charla a solas con William Burroughs como la tuvieran Kurt Cobain, Patti Smith o Kim Gordon. Su pasado es bien distito del de las viejas leyendas del rock. Hasta hace dos años, la noruega de origen mexicano triunfaba en las pasarelas internacionales. Hoy, no hay huellas de aquella joven lánguida de melena regular y aparentemente obediente que llegó a protagonizar en su día una portadada de Vogue. Por inverosímil que parezca, el destino se las ha apañado para que su camino se torciera hacia los carriles de la experimentación y el sosiego que provoca proceder desde el interior de uno mismo, por muy oscuro sea.
Carmen Villain
¿Cuándo has tardado en escribir este álbum? “Sleeper” es el resultado de un periodo de dos años escribiendo mucho. Es parte de todo ese material. Empecé a componer solo por placer, sin ninguna ambición detrás. Más tarde empecé a trabajar con Emil Nikolaisen (líder de Serena-Maneesh), quien ha producido la mitad del disco, con la intención de sacar un EP, pero nada más. Luego, el sello me dijo que era un material muy bueno para desperdiciarlo en un EP que más tarde caería en el olvido. Así fue cómo surgió este album. ¿Cómo definirías tú “Sleeper”? ¿Hay alguna idea detrás? Simboliza una parte de mi vida bastante oscura. Es como una cápsula del tiempo. ¿Cuál es en tu caso el proceso natural de composición? Normalmente trabajo alrededor de una idea. Hago jams conmigo misma o me pongo a jugar con los sonidos. De repente, algo me dispara hacia otro lado. Todo el proceso es muy intuitivo, orgánico y experimental. Aunque también a veces cojo mi guitarra acústica y me pongo a componer. ¿Compones y tocas todo lo que suena en tu álbum? Lo he compuesto todo, menos “Obedience”, que escribí con Prins Thomas, y “Demon Lover”, que es una cover de Shocking Blue. Toco todo lo que puedo porque creo que así suena más personal. Lo que no soy capaz de tocar, como los tambores o el chelo, lo hacen otros en mi lugar. El disco ha sido  masterizado por Bob Weston, de Shellac, quien también participó en  la grabación de “In Utero”, de Nirvana. ¿Fue una elección tuya? La idea me la propuso mi sello (Smalltown Supersound), pero como soy bastante obsesiva con cada etapa de la producción, antes de acceder quise oír su trabajo. Me convenció un 7 pulgadas que había masterizado de un grupo de post punk noruego. Me di cuenta de que ambos entendemos la música de la misma forma. Hay mucho de Nico, la Velvet Underground y Sonic Youth en este álbum. ¿En qué medida te han influido estos grupos? Me encantan, pero sinceramente no es lo que más he oído. En los 90 me pasaba el tiempo escuchando hip hop y, cómo no, a Nirvana. Creo que por eso mi música tiene ese aire noventero. Aunque esos que dices no me hayan influido a mí directamente, han influido a miles de grupos que sí lo han hecho. Escucho más, por ejemplo, a The Heat o a Sun City Girls que a The Velvet Underground. Me resultan más interesante. ¿Por qué cambiaste Hillestad por Villain? ¿Significa algo en concreto?  No significa nada. Me gustaba cómo sonaba y como quedaba seguido de Carmen. Lo cambié porque quería marcar una nueva etapa. Si googleas mi antiguo nombre te saldrán un montón de imágenes de mí toda chic. Cuando las veo tengo la sensación de no ser la misma persona. ¿Reniegas de tu pasado como modelo? No, para nada. Aquello estuvo bien durante unos años, pero después tu cerebro se estanca. Simplemente para mí no es suficiente. ¿Sigues interesada por la moda? No, en absoluto. No tengo ni idea de lo que está pasando ahí.
Carmen Villain
¿Es más difícil vivir de la moda o de la música? Vivir de la música es imposible, pero no me aburre. Es mucho más inspirador que ser modelo. De la moda te puedo asegurar que se vive muy bien. ¿Es más difícil ser juzgada por tu físico o por tu música? Da mucho más miedo la música. Es mucho más personal. Pero es algo inmediato: sacas el disco y esperas las críticas. Lo importante es estar satisfecha de tu trabajo y mostrar todas tu cartas en lo que haces. Pero sin duda, a largo plazo es más dañino ser juzgado y valorado por tu físico y tus looks. Eso te puede volver loca. ¿Por eso te tapas la cara en tu álbum de debut? ¡No era el plan incial! (Risas). Yo quería salir en la portada y el resultado fue este. Ahora me siento rara cuando me sacan fotos, por eso me tapo la cara con el pelo. ¿Qué objetivos te marcas en la música? Seguir componiendo, dar conciertos… Tu letras son crudas y bukowskianas. ¿Qué cosas te inspiran? Hablo sobre todo de cosas que me ocurren. La mayoría nacen de observaciones. Me inspira mucho cómo escribían los beats y su forma de jugar con las palabras. No me gusta ser obvia en mis letras, prefiero dejar cierto margen a la interpretación del oyente. A veces hablo de cosas duras, pero también sé reírme ellas. Soy realista y autocrítica, pero también muy cínica. “Made a Shell” es probablemente la canción más oscura de este LP.  Curiosamente, mientras hacíamos el mix y grababa las voces el 22 de julio de 2011, oímos explotar la bomba del atentado que tuvo lugar en el centro de Oslo. Recuerdo que estaba en un momento personal muy difícil, y aquello unido a lo que estaba pasando ahí fuera hizo que la canción tomara una dimensión muy oscura. Cada vez que la escucho, cada uno de los sonidos me transportan al lugar exacto. Recomiéndanos un libro. Uno de mis favoritos es “The Master and Margarita”, de Bulgakov. Y últimamente estoy leyendo mucho a a Raymond Carver. Me encanta su libro “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?”. ¿Cocina noruega, inglesa, americana o mexicana? ¡Muy fácil! La mexicana. Tacos, siempre. Daniel Mesa Fotografía: Silvia Varela

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