El yoga tiene algo que atrapa a todo aquel que lo practica y que, al mismo tiempo, fascina a quien aún no lo ha probado. 

Sus enseñanzas han perdurado y evolucionado a lo largo de miles de años, pero solo a principios del siglo XX los maestros indios intentaron popularizar el yoga, y no fue hasta los años setenta cuando el mundo occidental lo logró.

Estamos inmersos en una cultura que ha separado la mente del cuerpo. Y esa es precisamente la razón por la que ahora nos atrae el yoga y la meditación, para volver a conectar cuerpo, mente y espíritu

A día de hoy existen más de veinte estilos de yoga físico, casi todas variantes del Hatha Yoga tradicional. Así, ante este amplio espectro de métodos (y marcas), ¿cómo elegir cuál es para ti? Dependerá de tu forma de ser y lo que busques en su práctica…

 

Para principiantes: Hatha yoga

Se considera la práctica “madre” del Yoga, una rama tranquila de esta disciplina, centrada en mantener diferentes posturas corporales (o ‘asanas’) durante algunos ciclos de respiración.

 
 
 
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Para los perfeccionistas: Yoga Iyengar

Obra de B. K. S. Iyengar, uno de los maestros más reconocidos en el mundo y uno de los primeros en introducir el yoga en occidente, este método se caracteriza especialmente por una ejecución precisa y elegante de las posturas, así como la observación del detalle y la alineación correcta del cuerpo.

 
 
 
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Práctica personalizada: yoga terapéutico o Viniyoga

El yoga terapéutico se enfoca en recuperar la salud y el equilibrio a través de una práctica que se adapta a las necesidades de cada uno. Un estilo del mismo modo terapéutico y personalizado, pero mucho más dinámico, es el Viniyoga, que literalmente significa “aplicación adecuada” y se centra no tanto en las posturas sino en el practicante, sus objetivos y capacidades.

 

Si eres disciplinado y constante: Ashtanga

El Ashtanga Yoga, junto al resto de las siguientes seis disciplinas que se mencionan –hasta el Kundalini Yoga– son prácticas más ‘yan’ o activas, donde el cuerpo y los músculos se involucran más a través de las posturas.

En el caso concreto del Ashtanga, popularizado en el siglo XX por Sri K. Pattabhi Jois, se basa en posturas y movimientos fluidos, ligados a la respiración, y se practica de memoria en un orden de posturas definido en “autopráctica”.

 
 
 
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Si eres dinámico: Vinyasa o Power 

‘Vinyasa’ significa la unión de la respiración y el movimiento. Así, tanto el vinyasa como sus variantes y marcas Power, Prana flow o Rocket, son estilos de yoga que se desenvuelven con una práctica aeróbica y activa, donde hay una ciencia de movimiento y ejercicios fluidos con transiciones.

 
 
 
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Para practicar en pareja o grupo: Acroyoga 

Poco más tenemos que añadir. El acroyoga inundó nuestros feeds de Instagram hace unos años, con parejas de celebrities e influencers que exhibían esta modalidad donde, además de la compañía, entran en acción las acrobacias y el masaje terapéutico. 

 
 
 
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Un yoga más espiritual pero dinámico: Jivamukti o Kundalini

Se trata de variantes del ashtanga yoga con un componente espiritual más alto, que combina la práctica de posturas y asanas con cantos de mantras, música, lectura de textos yogis o incluso DJ's. 

 
 
 
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Para quienes buscan una práctica más pasiva: Yin yoga

El Yin Yoga equivale a un yoga de ritmo lento, donde las posturas y las respiraciones son más largas y la mayoría de los movimientos se realizan en el suelo. Se considera una de las clases más relajantes para cuerpo y mente.

 
 
 
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Contra la ansiedad o el insomnio: Yoga Nidra

“Nidra” significa sueño, por lo que el objetivo de este tipo de yoga es llegar al subconsciente, pero sin llegar a dormirnos, es decir, hacerlo de forma consciente. Siguiendo la voz de un profesor en Savasana o postura del cadáver (estirado en el suelo boca arriba), el Yoga Nidra busca una relajación profunda a través de una meditación guiada. Te ayudará a aliviar el estrés y a relajar tensiones.

 
 
 
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Y tú, ¿ya sabes cuál es el estilo de yoga que más te encaja?

 

Carla Tomillo: @carlatomillo 

Imágenes: Instagram