Licenciada en gestión de empresas, inspirada por la firma de moda que vio cómo sus padres montaban cuando era niña, interesada por las artes plásticas y amiga de muchos artistas, Paloma Lanna decidió fundar Paloma Wool en 2014 como un proyecto de vocación multidisciplinar, creado de forma online y con la sostenibilidad como uno de sus compromisos.
El caso es que, en muy pocos años, su marca se ha convertido en una firma referente de la moda europea, manteniendo sus compromisos éticos y ampliando, a través del eclecticismo y su propio proceso de madurez vital e intelectual, su visión estética. Justo cuando hablamos con ella acaba de terminar su debut en el calendario parisino. Lo ha montado embarazadísima, a punto de dar a luz, con lo que le presuponemos toda esa valentía feminista que sus ropas también expresan y uno de los motores de su generación.
¿Qué tal te ha ido en París?
Ha salido muy bien, todo muy chulo. Hemos hecho el desfile en una galería de arte que ya conocíamos, porque es donde ya hicimos el año pasado nuestra pop-up parisina… La acogida fue estupenda, estaba lleno de gente. Y vino todo mi equipo, que eso también ha sido muy emocionante.
En un mundo de motomamis, largas uñas y colores ácidos, pareces apelar últimamente a cierta contención, sobriedad y una renovación del espíritu urbanita. ¿En quién piensas cuando estás diseñando?
No lo sé. Siento que he fluctuado mucho. Siempre me he guiado por lo que me apetecía vestir a mí, y por cómo me sentía, así que el proyecto ha ido madurando a medida que yo maduraba. Ahora es verdad que me siento en una época mucho más sobria, y en la que me importa mucho más la durabilidad de las prendas, la sostenibilidad, la longevidad, el confort… y eso afecta a la estética del proyecto.
Venía de unos años en que me apetecía la estridencia, la psicodelia… no sé, estaba explorando otras cosas en mi vida también, pero creo que me he empachado de eso y por ello últimamente apuesto más por la sobriedad y por investigar más en los patrones.
¿Crees que has heredado eso de la moda de los noventa?
Yo no tengo ni idea de los años noventa (risas). Es que no tengo formación como diseñadora. El proyecto lo he hecho de forma autodidacta, desde un punto de vista muy personal e intuitivo, desde la desconexión de lo académico. Y ese creo que es mi punto fuerte.
Hay algo muy ingenuo y muy mío a lo largo de estos años, así que esto igual sí que tiene algo de deconstrucción y asimetría. Pero no por los noventa, sino porque busco nuevos patrones o experimentar con ellos. Son patrones un poco más interesantes. Ya no gira todo en torno al color y a la imagen per se. Ahora le doy más importancia al corte.
Igual esto es un símil del cambio de la moda de los ochenta, tan exagerada, a la de los noventa, más minimal… esa necesidad de ir limpiando el estilo y simplificándolo por toda la sobredosis de información de la moda previa.
¿Cuál crees que es la principal diferencia entre los diseñadores pasados y vosotros, la nueva generación?
Creo que cada uno mantenemos una esencia distinta, pese a que la revolución de internet nos ha marcado a todos. A mí me ha influido mucho la mujer, el feminismo, el arte, desde lo clásico a lo contemporáneo, la fotografía, la performance…. Desde el trabajo de Ana Mendieta [performer cubana de acciones radicales y muerte trágica, nunca del todo esclarecida] al de Carlota Guerrero, que es mi mejor amiga, o el trabajo de Hilma af Klint, como visionaria…
Mis referentes son los trabajos creativos de las mujeres. Me gustan aquellas que han tenido la suerte de tener voz en el pasado, aunque, como Hilma, pidieran expresamente no ver su obra difundida hasta treinta años después de su muerte, imagínate su inteligencia y visión.
Algunos te definen como la diseñadora más sensible al “body positive” de entre todas las españolas. ¿Qué opinas de este discurso?
No me siento muy cómoda con la etiqueta “body positive”. En mi caso, no me concentro en mostrar cuerpos diversos. La belleza es la parte fundamental de mi proyecto y considero que esa belleza se encuentra en todas partes. No tiene nada que ver con una estrategia, ni conceptual ni de marketing.
Es decir, no siento la obligación de poner a chicas por encima de una talla 40, simplemente me encuentro con mujeres, en distintos momentos, que me parecen bellísimas y que me ha apetecido que sean imagen de mi marca. Nada más.
¿Cómo ves el futuro de la moda española? ¿Y tu sitio dentro de él?
Me gustaría seguir creciendo internacionalmente, pero bueno: desde que empezamos es un proyecto internacional. Como se basó directamente en lo online y con el poder actual de deslocalización a través de internet y las redes, realmente es muy fácil llegar a cualquiera si tu proyecto tiene sentido y está bien. De todas formas, creo que Paloma Wool es un proyecto que se ha entendido mejor desde fuera de España.
La visión que tengo actualmente es seguir haciendo las cosas con cariño y con cuidado. No perder los valores ni lo que me empujó a crear la marca, ni porque los tiempos cambien ni porque el proyecto cambie. Creo que eso es lo más importante, ¡pues es muy fácil despistarte con el ritmo tan frenético que llevamos!
Ese ritmo es lo más cuestionado por tu generación... ¿A ti te afecta el estar sometidos a un calendario tan demoledor?
Puede ser. Al principio era algo que me angustiaba mucho... y no creo que defina en absoluto nuestra rutina. Soy más partidaria de hacer cápsulas e irlas lanzando a lo largo del año. Es verdad que presentamos dos colecciones por temporada, el calendario mínimo, pero de una forma menos ambiciosa que un proyecto que solo se dedique a eso. Vamos relajadamente y aceptamos que vamos a ir construyendo la firma poco a poco, porque las prendas no tienen una fecha de caducidad.
Me niego a considerar eso, por ejemplo. En mi web sigue habiendo prendas que se diseñaron hace tres años, están a la venta y las sigo produciendo. Eso ha sido muy importante para mí: romper con esa exigencia de crear, poner a la venta, rebajar a los cinco meses y luego liquidar. Prefiero dejar que las prendas mantengan su valor, tengan su espacio, su tiempo de desarrollo y, si no estoy muy segura de alguna de ellas, tener tiempo para confrontarla otra vez, rediseñarla, darle cariño y envolverla hasta que salga bien. Hemos encontrado una fórmula de gestionar este ritmo tremendo de la industria de una forma equilibrada y sana.
Esto también tiene vínculos con la sostenibilidad...
Es que hay que ir haciendo poco a poco, según las necesidades que haya y viendo lo que funciona. Hacer por hacer es terrible. El mundo está demasiado lleno de cosas y no es necesario añadir más.
¿Cuál crees que es el hecho que más ha marcado a tu generación?
El ir de una crisis a otra. Eso nos ha hecho más sensibles. También la explosión de internet, cómo interactuamos, lo interconectados que estamos entre nosotros y la velocidad con la que tenemos acceso a ideas y referencias...
La sensación de que el mundo se está acabando, por el cambio climático y las crisis, y cómo hemos de seguir desarrollándonos individualmente como artistas y diseñadores en una situación tan crítica para el planeta, da la sensación de que nuestro trabajo es totalmente irrelevante, y cuanto no contaminante… Por ello nuestro deber es encontrar ese punto que le de la relevancia justa y lo vuelva más útil para todos en general.
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Texto: Guillermo Espinosa
Imágenes: Retratos de Celina Martins @celinamartiins e imágenes del desfile de Paloma Wool SS23