Bern Williams dijo una vez: "
Si una noche de junio pudiera hablar, probablemente sería para presumir que inventó el romance". Este escritor sabía cómo cautivar a su amada a golpe de prosa pero, ¿es así en cualquier pareja?
Ciertos estudios revelan que 3 de cada 7 parejas rompen en verano justo después de las tan ansiadas vacaciones. Todos esperamos esos días de disfrute tras pasarlas canutas frente al ordenador, agotados de la rutina,
googleamos con impaciencia el destino soñado y finalmente sacamos a relucir la Visa.
No nos paramos a pensar en sí afectará a nuestra relación y de qué manera. Lo único que tenemos claro es que el relax y el disfrute están a la vuelta de la esquina.
Si estás pensando en una romántica escapada en pareja por San Valentín, hay ciertas cosas que conviene tener en cuenta. No obstante, hoy me quiero parar en seco y reflexionar sobre este asunto y posicionarme en los dos lados de la balanza...
La pareja se afianza...
Maldita rutina
Lleváis unos cuantos meses viviendo juntos, las paredes de vuestra casa se quedan pequeñas y queréis daros un respiro. Los problemas de la casa son una nube que sobrevuela por encima de vuestras cabezas… ¿quien fue el último en hacer el baño?¿a quién le toca hacer la comida? Un hotel con vistas al mar mientras os dais la mano al más puro estilo de la comedia romántica de turno y todo solucionado.
Solos, totalmente solos
Brandon, ese Golden Retriever que con tanta ilusión compraste por su cumpleaños se ha convertido en una “carga”. Entiéndanme bien, no es una carga en el sentido literal de la palabra; sino que todas sus necesidades pueden crear cierta tensión entre la pareja.
Necesitáis pasar un tiempo juntos sin tener que pensar en vuestro pequeño del alma. Eso sí, Brandon, en un hotel de animales.
A lo Colón con América
Te conquistó ya hace mucho tiempo y has olvidado lo que te enamoró en aquel cine de Fuencarral. Ahora estás disfrutando de los encantos de la Riviera Maya y fijas la vista en cada una de sus facciones mientras él da una propina al guía turístico.
Los detalles no cesan y, todo aquello que el día a día te impide ver, lo redescubres. No quieres que pase el tiempo… Si fuese por ti, vivirías en unas continuas vacaciones a su lado.
La pareja se rompe...
Tú a Londres y yo a
Galifornia
Hay una falta de comunicación y mil barreras en forma de muro que os separan. Lo que antes era una auténtica compenetración, ahora no hay sintonía y mientras uno quiere ir a hacer paddle surf, el otro prefiere estar tumbado “vuelta y vuelta”. Nimiedades que pueden exasperar hasta niveles insospechados.
Menos gritos, Milagritos
Cualquier cosa que ocurre le sienta mal. El camarero se ha olvidado de su dorada al horno y su cara de perro la está pisando el mismísimo Satán. Ves cómo su cara se va convirtiendo en un
rojo pasión y las venas se hinchan al compás de la música ambiental.
El camarero llega con el dichoso pez una hora después y la reprimenda que suelta tu pareja es de aúpa. Su comportamiento es inaceptable, se lo haces saber y al final acabas pillando. La bronca se torna en descomunal… Y, como ésta, MILES.
Pensamiento lógico a los 10 minutos: ¡Qué le aguante su madre!
Colón se debería haber quedado en casa
Tras el cómputo de los dos puntos anteriores empiezas a plantearte la relación. Piensas en un futuro con ese partner y lo ves todo muy negro. Lo que hace dos días no te parecía tan malo y lo veías salvable, ahora ni el mayor bote salvavidas puede ayudarte.
No se si habré conseguido llegar a una conclusión clara pero lo único que sé a ciencia cierta es “que el amor lo puede todo y que cada pareja es un mundo excepto la de Kanye West y
Kim Kardashian, que es de todos”.
Pablo Aragón - @aragon_pablo
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