En momentos de crisis, cualquier detalle que traiga consigo cierto atisbo de positividad y esperanza, es recibido con los brazos abiertos...

A mediados de los años 40, en plena II Guerra Mundial, el encargado de subir los ánimos entre la población fue el pintalabios rojo. Gracias a él, las mujeres que lo usaban se sentían más bellas y seguras de sí mismas y, en consecuencia, irradiaban una energía positiva que contagiaba a toda la sociedad. Su efecto fue tal que Winston Churchill, Primer Ministro de Reino Unido en este momento, declaró el pintalabios rojo como bien de primera necesidad.

El revuelo que se produjo por el gran impacto que causó el pintalabios rojo pasó a la historia bajo el nombre de ‘efecto lipstick’, que pone de manifiesto el poder del autoestima en tiempos difíciles. Cuando la sociedad atraviesa un periodo de crisis y dificultad extendida a todos los ámbitos, el consumo de productos de lujo baja, pero incrementan los pequeños placeres que tienen un propósito común: hacernos sentir mejor con uno mismo y afrontar desde otro ángulo la situación.

Después del 11-S, de la crisis económica de 2008, o justo en el momento que estamos atravesando en la actualidad, este 'efecto lipstick' ha cobrado más importancia que nunca. Las máscaras de pestaña, los esmaltes o las barras de labios, han sido los aliados de una sociedad que necesitaba sentirse válida y fuerte, mirarse al espejo y reconocer a una persona capaz de afrontar las adversidades... Y el impulso del autoestima juega un papel esencial en ello.

La crisis del coronavirus, sin embargo, ha invalidado en cierto modo el poder del lipstick, ya que las mascarillas hacen invisible esta zona facial. En su lugar, desde que comenzó la pandemia, los productos de cuidado de la piel, los tratamientos y retoques estéticos o los cosméticos centrados en la zona de los ojos, han tomado el relevo. Pero no han sido los únicos. A este grupo de pequeños placeres capaces de hacernos sentir mejor, se han sumado los productos alimentarios, las suscripciones a las plataformas digitales o los elementos de decoración para el hogar.

En definitiva, la crisis de la COVID-19 ha dotado al ‘efecto lipstick’ de un nuevo significado asociado a la comodidad y la belleza del refugio que es ahora nuestro hogar. Sentir que tenemos el control sobre nuestra belleza o la belleza del entorno, nos hace sentir reconfortados, seguros y valientes -aunque la situación fuera incite justamente a lo contrario-.

Ya sea la seducción de los labios rojos, el poder de una mirada atractiva o la serenidad de unas velas perfumando nuestro salón... cualquier pequeño detalle, por insignificante que parezca, nos dará la valentía necesaria para seguir haciendo frente a las adversidades. “Beauty is your duty” se convirtió en un mantra en los años 40 y hoy continúa su impacto en sus distintas acepciones, demostrando que no hay nada como estar bien con uno mismo para aceptar lo que venga.

 

Elena Romero: @elenar_vargas

Imágenes: Archivo